Logran más forraje al año con pastoreo intensivo
Los pastizales de la Pampa Deprimida en Argentina representan un ecosistema único y vital, no solo para la biodiversidad local, sino también para la ganadería extensiva que sustenta la economía de la región. Esta vasta llanura, caracterizada por su suelo fértil y su clima templado, facilita el crecimiento de una amplia variedad de gramíneas que son fundamentales para la producción de forraje. En particular, durante los meses de invierno, cuando las condiciones climáticas dificultan el crecimiento natural de las plantas, la disponibilidad de forraje se convierte en un verdadero desafío para los productores ganaderos.
La biodiversidad que alberga este ecosistema es crucial para el equilibrio natural del entorno. Diferentes especies de plantas y animales interactúan de maneras que enriquecen el suelo y contribuyen a la fertilidad de la tierra. Sin embargo, el uso excesivo de herbicidas, como el glifosato, ha llevado a una dependencia perjudicial entre los productores, quienes confían en estos químicos para gestionar la producción forrajera y mantener la cantidad de alimento disponible para su ganado. Esta práctica no solo afecta la salud del suelo a largo plazo, sino que también puede invitar a la degradación del ecosistema circundante.
De hecho, la aplicación sostenida de herbicidas puede disminuir la diversidad de especies presentes en los pastizales, lo que resulta en una producción forrajera menos resistente a plagas y enfermedades. Esta reducción en la calidad y cantidad de forraje representa un riesgo significativo para los productores ganaderos, en un sistema que debería ser resiliente y autosuficiente. Por lo tanto, es imperativo considerar alternativas sostenibles que promuevan la salud del ecosistema y reduzcan la dependencia de productos químicos como parte de un enfoque más holístico para la ganadería en la Pampa Deprimida.
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El problema del uso de herbicidas
El glifosato ha sido una herramienta común entre los productores agropecuarios en la Pampa Deprimida, utilizado principalmente para controlar malezas y promover el crecimiento de forraje invernal. Sin embargo, su uso generalizado plantea serios riesgos para la salud del suelo, la biodiversidad y la sostenibilidad a largo plazo de los ecosistemas agrícolas. A medida que los agricultores implementan prácticas intensivas de pastoreo y cultivo, la dependencia de herbicidas como el glifosato se ha incrementado, llevando a consecuencias no deseadas.
Uno de los principales problemas asociados al uso de herbicidas es su efecto negativo en la microbiota del suelo. El glifosato y otros agroquímicos pueden alterar la composición de las comunidades microbianas, esenciales para la salud del suelo. Esta alteración puede resultar en una reducción de la fertilidad del suelo, lo que afecta la producción de pastizales y la disponibilidad de nutrientes para las plantas. Los agricultores que han reducido o eliminado el uso de herbicidas han observado mejoras en la calidad del suelo y, en consecuencia, un aumento en la biodiversidad del ecosistema.
Además, el uso continuo de glifosato genera una dependencia crítica, donde los productores se ven obligados a recurrir a aplicaciones cada vez más frecuentes y en mayores volúmenes. Este círculo vicioso no solo incrementa los costos económicos, sino que también plantea riesgos para la salud pública y del ambiente, incluyendo la contaminación del agua y los efectos adversos en la fauna local. Testimonios de productores que han experimentado estos desafíos resaltan la necesidad de adoptar prácticas agrícolas más sostenibles, que respeten la dinámica natural del ecosistema y, al mismo tiempo, sean efectivas para la producción alimentaria.
Pastoreo intensivo: una estrategia efectiva
El pastoreo intensivo se ha posicionado como una alternativa viable y sostenible al uso de glifosato en la Pampa Deprimida. Esta técnica de manejo se centra en el control de la vegetación mediante la concentración del ganado en áreas específicas durante períodos determinados, lo que permite un manejo más eficiente de los recursos forrajeros. Cuando se implementa correctamente, esta práctica no solo incrementa la producción de forraje, sino que también promueve un equilibrio ecológico natural.
Los estudios realizados en esta área han demostrado que al utilizar el pastoreo intensivo, las tierras pueden experimentar un aumento notable en la producción de forraje, sin la necesidad de agroquímicos. Este aumento se logra a través de la técnica de promoción ‘a diente’, que implica la regulación del acceso del ganado a los potreros. Durante ciertas épocas del año, el ganado se concentra en una pequeña área, lo que resulta en un trino control efectivo de las especies competidoras y permite que el pasto deseado se recupere y prolifere.
Además, el pastoreo intensivo contribuye a la salud del suelo, ya que la compactación controlada y el aporte de materia orgánica a través de los excrementos del ganado enriquecen el terreno. Este enfoque ayuda a restaurar y mantener la biodiversidad en el ecosistema, beneficiando tanto a la fauna como a la flora local. La combinación de estos métodos no solo optimiza la producción forrajera, sino que también establece un modelo de producción vaquero más responsable y ambientalmente amigable.
En resumen, el pastoreo intensivo se presenta como una estrategia eficaz que, al evitar el uso de agroquímicos como el glifosato, promueve un modelo de manejo más sustentable y productivo en la Pampa Deprimida. A medida que esta práctica se difunda, se podrán observar beneficios tanto para los ganaderos como para el medio ambiente.
Beneficios ambientales y económicos del pastoreo intensivo
El pastoreo intensivo emerge como una solución sostenible que ofrece múltiples beneficios tanto ambientales como económicos en la Pampa Deprimida. Esta técnica, que promueve la rotación y el manejo cuidadoso del ganado, contribuye a la salud del suelo y la biodiversidad, realizando un uso eficiente de los recursos naturales. Al permitir que los pastizales se recuperen, se incrementa la biomasa y se fortalece la capacidad de los ecosistemas para capturar carbono, lo que es esencial para mitigar el cambio climático.
Desde una perspectiva económica, el pastoreo intensivo puede significar una disminución considerable en los costos operativos. Al mejorar la calidad del forraje disponible y reducir la necesidad de insumos externos, los ganaderos pueden experimentar un ahorro significativo. Estudios recientes han demostrado que, a largo plazo, los costos de producción pueden disminuir, mientras que los rendimientos en términos de carne y leche pueden mantenerse e incluso aumentar. Este enfoque promueve un ciclo más eficiente, donde la salud del suelo y la calidad del pasto se traducen en mayor productividad animal.
Además, el pastoreo intensivo integra la conservación de la biodiversidad, al favorecer la interacción entre diversas especies vegetales y animales. Investigaciones actuales subrayan que esta técnica mejora la fertilidad del suelo, fomenta la presencia de microorganismos beneficiosos y estabiliza el ciclo del agua, contribuyendo así a un ecosistema más equilibrado. En este contexto, el pastoreo intensivo no solo representa una alternativa al uso de glifosato, sino que también se posiciona como un modelo integral para la ganadería sostenible en la región, promoviendo la responsabilidad ambiental y el bienestar económico para los productores.
Fuente: FAUBA -Santiago Zagaglia