Primer caso de resistencia absoluta a estrobilurinas de mancha marrón en soja
La mancha marrón, cuyo agente causal es el hongo Septoria glycines, se ha convertido en una enfermedad de considerable preocupación para los productores de soja en Argentina. Esta patología afecta principalmente las hojas de la planta, causando manchas marrones que pueden llevar a una defoliación prematura y, en consecuencia, a una reducción significativa de los rendimientos. La incidencia de la mancha marrón en soja ha ido en aumento en los últimos años, lo que ha generado inquietudes dentro del sector agrícola.
En el contexto argentino, el impacto de esta enfermedad es particularmente notable. Con una producción de soja que representa una parte esencial de la economía agrícola del país, la mancha marrón plantea un desafío significativo para agricultores y técnicos agronómicos. A medida que las condiciones climáticas favorables para el desarrollo del hongo se han vuelto más comunes, diversas provincias han reportado un aumento en la prevalencia de esta enfermedad, lo que indica un patrón preocupante que demanda atención.
Recientemente, la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) emitió una alerta sobre el primer caso de resistencia absoluta a los fungicidas estrobilurinas, una clase de productos comúnmente utilizados para el control de Septoria glycines. Esta situación marca un punto de inflexión en la lucha contra la mancha marrón, ya que podría limitar significativamente las opciones de manejo fitosanitario disponibles para los agricultores. La resistencia a estas sustancias químicas podría conducir a mayores cifras de infección y, por ende, a pérdidas económicas aún más severas.
La implicación de la resistencia a los fungicidas es grave, no solo para los agricultores que dependen de la soja como fuente de ingresos, sino también para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de la producción agrícola en Argentina. La comprensión de la mancha marrón y su amenaza es crucial para encontrar soluciones efectivas y garantizar el futuro de este cultivo vital.
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La mancha marrón, causada por el hongo Septoria glycines, se presenta como una de las enfermedades más comunes y perjudiciales en el cultivo de soja en Argentina. Este hongo se desarrolla preferentemente en condiciones de alta humedad y temperaturas moderadas, lo que lo convierte en un problema significativo en diversas regiones agrícolas durante el ciclo de crecimiento del cultivo.
Uno de los síntomas más visibles de la mancha marrón son las lesiones foliares, que comienzan como pequeñas manchas marrones y pueden expandirse conforme avanza la enfermedad. Con el tiempo, estas lesiones pueden coalesce, resultando en la defoliación de la planta. La pérdida de hojas es crítica, ya que estas son esenciales para la fotosíntesis y afectan directamente el rendimiento del cultivo. Además, la reducción de la superficie foliar expone a la planta a otros estreses ambientales, lo que agrava su condición y potencialmente disminuye la calidad del grano cosechado.
Las condiciones climaticas juegan un papel crucial en la propagación de la mancha marrón. La temperatura óptima para el desarrollo del hongo se sitúa entre los 20 y 25 grados Celsius, junto con humedad relativa alta, lo que crea un ambiente propicio para la infección. Durante temporadas de lluvias frecuentes, la posibilidad de contacto del hongo con plantas sanas se incrementa, facilitando su diseminación. Adicionalmente, el uso de cultivares susceptibles aumenta la incidencia y gravedad de la enfermedad.
El manejo efectivo de la mancha marrón requiere una comprensión profunda de su ciclo de vida y de los factores que impulsan su desarrollo. La implementación de prácticas agrícolas adecuadas, como la rotación de cultivos y el control de la humedad del suelo, son esenciales para minimizar el impacto de esta enfermedad, protegida por las condiciones ambientales que favorecen su proliferación.
El problema de la resistencia a fungicidas
La resistencia a fungicidas ha emergido como un problema crítico en la agricultura moderna, especialmente en el contexto de la mancha marrón de soja, una enfermedad causada por el hongo Septoria glycines. La utilización prolongada de estrobilurinas, un grupo de fungicidas eficaces, ha instaurado una intensa presión de selección que ha favorecido el desarrollo de cepas resistentes. Este fenómeno puede atribuirse al uso repetido de fungicidas con el mismo modo de acción, lo que limita la diversidad de estrategias de manejo y resulta en un desplazamiento de la población de patógenos hacia formas más resistentes.
Los efectos de la resistencia a fungicidas son notoriamente significativos tanto a nivel económico como agronómico. Desde la perspectiva económica, los productores enfrentan pérdidas en el rendimiento de cultivos debido a tratamientos menos efectivos contra la enfermedad. Además, la necesidad de recurrir a fungicidas alternativos o aumentar las dosis de aplicación representa un incremento en los costos de producción. Esto se traduce en una reducción de la rentabilidad, lo cual puede ser perjudicial, particularmente para los agricultores de menor escala que ya operan con márgenes ajustados.
Desde el punto de vista agronómico, la resistencia plantea desafíos en la sostenibilidad del cultivo de soja. La mancha marrón no solo afecta negativamente el desarrollo de la planta, sino que, en consecuencia, puede impactar la calidad de la cosecha, lo que provoca complicaciones adicionales en la comercialización de productos agrícolas. Encuestas realizadas entre productores revelan una creciente preocupación respecto a la prevalencia de esta enfermedad y su resistencia. Los resultados indican un reconocimiento de que la resistencia a fungicidas se está convirtiendo en un problema cada vez más apremiante que requiere una estrategia más holística y dinámica de manejo, abarcando desde la rotación de cultivos hasta el uso integrado de fungicidas con diferentes modos de acción.
Estrategias de manejo para prevenir la resistencia
La creciente preocupación por la resistencia absoluta a las estrobilurinas en la mancha marrón de soja en Argentina ha llevado a la necesidad de implementar estrategias efectivas de manejo que no solo prevengan, sino que también controlen este problema. Según las recomendaciones de Aapresid, se deben considerar múltiples enfoques para reducir el riesgo de resistencia en los cultivos de soja.
En primer lugar, el tratamiento de semillas es una medida fundamental. Esta práctica no solo mejora la salud inicial de las plantas, sino que también ayuda a disminuir la carga de inóculo de patógenos. Además, el uso de genotipos tolerantes a la mancha marrón proporciona una defensa natural contra la enfermedad, ofreciendo a los productores una herramienta adicional que reduce la dependencia de pesticidas químicos.
Asimismo, la rotación de cultivos es una estrategia crítica. Alternar diferentes especies en el área de cultivo puede interrumpir el ciclo de vida del patógeno y disminuir la presión selectiva sobre los fungicidas utilizados. A su vez, ajustar el arreglo espacial de los cultivos puede promover una mejor circulación de aire y reducir la humedad, factores que favorecen el desarrollo de la enfermedad.
Para los cultivos en estados avanzados, es esencial adoptar tácticas de intervención adecuadas. La mezcla y rotación de fungicidas representan una práctica eficaz para limitar la selección de cepas resistentes, ya que combinan modos de acción diferentes. Además, el monitoreo constante de la eficacia de estas aplicaciones permite realizar ajustes oportunos en las estrategias de manejo y asegurarse de que siguen siendo efectivas frente a la evolución del patógeno.
Estas herramientas de manejo, cuando se implementan de manera coherente, proporcionan a los productores de soja en Argentina un enfoque integral y sostenible para enfrentar la creciente amenaza de la mancha marrón y su resistencia a los tratamientos existentes.
Fuente: AAPRESID