De acuerdo con los especialistas del INTA Marcos Juárez –Córdoba–, el análisis de suelo es una herramienta clave al momento de diagnosticar la fertilización de cada lote en particular. A partir de estos datos, se puede determinar la necesidad de fertilizar con nitrógeno los cultivos de trigo. Este año, a fines del verano y principio de otoño, hubo un registro de precipitaciones que permitió una buena recarga del perfil. En este contexto, el equipo de investigación brinda pautas de manejo para fertilizar con nitrógeno.
Importancia del agua en el cultivo de trigo
Vicente Gudelj, investigador de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Marcos Juárez, explicó que “el principal factor de rendimiento del trigo es el agua y es fundamentalmente la almacenada previo a la siembra, porque permite sortear el período de escasas precipitaciones que generalmente ocurre a la salida del invierno y hasta que lleguen las primeras lluvias de primavera”.
El equipo de investigación del INTA recomienda analizar cada lote de trigo en particular y, según los resultados de los análisis de suelo, evaluar la viabilidad de fertilizar con nitrógeno. La fertilización con nitrógeno es conveniente realizarla en pre siembra o durante la siembra, incorporándola a un costado y debajo de la semilla. En estados más avanzados de crecimiento, se recomienda el uso de urea en solución para aumentar el porcentaje de proteína en grano.
Los nutrientes esenciales en los que hay respuesta a la fertilización en trigo son nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S). El zinc (Zn) también puede aumentar los rendimientos del cultivo. Los valores críticos de fósforo en el suelo van en un rango de 12 a 20 partes por millón, y para azufre de 7-10 partes por millón de S-SO4. Si los valores están por debajo de estos rangos, es necesario fertilizar previamente o durante la siembra.
En conclusión, la optimización de la fertilización de trigo requiere un análisis específico de cada lote y una adaptación de las prácticas de fertilización en función de las condiciones climáticas y del suelo. En un año marcado por el fenómeno de La Niña, una buena gestión hídrica y de nutrientes es crucial para maximizar los rendimientos del cultivo.