Como clara consecuencia de la inflación y la consiguiente licuación de los ingresos de la población, la pobreza en la Argentina medida en junio pasado fue de 41% con lo que afecta a cerca de 18,5 M de personas en todo el país.
Así surge los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC relevada en el primer semestre de 2023, que implicó una suba de casi 1% respecto de la medición anterior de diciembre de 2022 (39,2%) y de 3,6% en relación al igual período del año pasado. En tanto, la indigencia –los más pobres entre los pobres, aquellos que no pueden satisfacer sus necesidades básicas, como la alimentación– ascendió a 9,3% superando el 8,1% de diciembre de 2022.
El nuevo índice no sorprendió a los economistas y analistas, que descontaban una profundización de los niveles de pobreza, a raíz de la mayor inflación. En el último año, la canasta básica de alimentos -que sirve de piso para determinar el nivel de indigencia- subió 146,4%, mientras que la canasta básica total -que determina la pobreza- creció 137,7%.
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Adolescencia en riesgo. La situación más dramática se da entre la población más joven. Según los últimos datos del INDEC, entre los menores de 17 años el 57% es pobre porcentaje que se agrava entre los adolescentes entre 12 y 17 años, donde el índice sube al 59%, mientras que la indigencia llega al 16%.
Discriminado por conglomerados urbanos, la mayor cantidad de pobres se registra en el Gran Resistencia, Chaco, con una tasa de pobreza del 60,3%, seguido por Concordia, con 58,3%. En el conurbano bonaerense el índice se ubicó supera en casi 7% el promedio nacional, con un 47%. En tanto, CABA exhibe, en un contexto claramente catastrófico, el mejor índice, con una pobreza que alcanza al 17,3%.
En el caso de la indigencia, Resistencia y Concordia también lideran los índices con 18,8% y 18,1%, respectivamente. Y en el conurbano bonaerense llega al 11,6%, mientras que la ciudad con el menor porcentaje de indigentes del país es Comodoro Rivadavia, Chubut, con 2,8%. En CABA, ese índice es de 5,4%.
Como en la cuarentena. El último antecedente de una tasa de pobreza superior al 40% en la Argentina se registró en el primer semestre de 2021, cuando el país todavía enfrentaba la pandemia y la economía empezaba a salir del confinamiento más estricto. En ese momento, el porcentaje de la población que era pobre llegaba al 40,6% y la indigencia era del 10,7%.
En tanto, más lejos en el tiempo, para encontrar indicadores sociales tan malos hay que remontarse hasta 2002. El fin de la convertibilidad provocó que el índice de pobreza llegara al 57,5% y el de indigencia al 27,5%.
Además, los analistas advierten que lo peor podría estar por venir. Los datos que difundió el INDEC corresponden al primer semestre de 2023, por lo que lo que no contemplan el fogonazo inflacionario registrado en agosto tras la devaluación post paso.
La EPH del INDEC releva de 31 conglomerados urbanos, que suman 29 M de personas, de los cuales 11,8 M están por debajo de la línea de pobreza. Si los porcentajes se extienden a toda la población (algo más de 46 M), incluyendo la rural, equivale a cerca de 18,5 M de pobres, de los cuales 4,3 M son indigentes.
Otro índice. En tanto, según otro relevamiento, el que realiza el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), el proceso de empobrecimiento se profundizó en los últimos meses y en el segundo trimestre del año ese índice fue 41,3%.
Por su parte, Martín González Rozada, director de la Maestría en Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), aseguró: “Todo indica que lo peor está por venir y que el número de pobreza del segundo trimestre va a ser el piso para la segunda mitad del año, que viene con el efecto potenciado de la última devaluación”, explicó.
En el mismo sentido se manifestó Milagros Gismondi, economista de la consultora Empiria: “El dato que se publica hoy ya es una foto vieja. Y cuando se conozca el próximo índice la pobreza va a pegar otro salto, porque va a incluir lo que pasó en agosto con los precios de los alimentos después de las PASO”, coincidió.
Combustible. Sin duda, la inflación, que en términos anuales que en agosto ya está en 124%, es el gran combustible que alimenta el crecimiento de la pobreza. “Acá no hay ningún misterio. Si uno compara la evolución de los precios de la canasta básica total con lo que pasó con los salarios, se descubre que los ingresos están corriendo claramente por debajo de la inflación con lo cual la pobreza va a crecer”, señaló González Rozada.
Los analistas destacan que actualmente no hay una relación tan directa entre los niveles de empleo y los de pobreza, razón que explica que crezcan los pobres en una economía con tasas mínimas de desempleo. “Hoy tenemos 15 puntos de pobreza más de los que había en 2017, cuando en ese momento el desempleo era más alto”, precisó Gismondi.
Por su parte, sin dejar de considerar a la inflación en los ingresos, en la consultora ExQuanti además advierten sobre otros problemas crónicos de la economía argentina. “La inflación claramente explica esta suba de la pobreza, pero tampoco hay que perder de vista que estamos en una economía que hace mucho tiempo que no crea empleo. Si bien no lo destruye, no genera empleo genuino, con lo cual el ajuste que hoy estamos viviendo no es por el stock de trabajo, sino por los salarios”, explicaron.