La Niña se debilita, pero deja consecuencias graves

La sequía severa en nuestra región productiva desde el inicio de la campaña agrícola provoca caídas fuertes en las proyecciones de cosecha de maíz y soja. Con un 94% de probabilidades, La Niña volvería a la neutralidad en el trimestre marzo-abril-mayo.

En su informe del 3 de marzo, la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) indicó que en gran parte de la región productiva agrícola del país, la escasez de lluvias durante los meses de verano, combinada con las olas de calor extremo, desecó los suelos y afectó los rendimientos del maíz y la soja. Según estimaciones de la Bolsa de Cereales de BA, las cosechas de maíz y soja estarían 11 y 10 millones de toneladas por debajo de la campaña pasada, respectivamente. Mientras tanto, el pronóstico de El Niño-Oscilación del Sur informa que con un 94% de probabilidades tendría lugar una transición de La Niña hacia condiciones neutrales en el trimestre marzo-abril-mayo.

Según Adela Veliz, docente de Climatología y Fenología Agrícolas en la FAUBA, “el último trimestre —verano, si lo consideramos desde el punto de vista meteorológico— presentó anomalías negativas importantes en las precipitaciones en casi todo el país, salvo en el centro de la Patagonia y el norte de Cuyo, con lluvias por encima de los valores normales para la época. A esto hay que sumarle las temperaturas extremas que ocurrieron desde noviembre, con una sucesión de nueve olas de calor hasta al momento de elaborar el informe”.

Al respecto, y como ejemplo, Veliz comentó las temperaturas registradas desde principios de febrero en la estación meteorológica automática ubicada en la FAUBA. “El 11 y el 12 de febrero, la temperatura máxima llegó a 38,5 °C, y seis días después ingresó una masa de aire frío que provocó una caída abrupta de las marcas térmicas, con una mínima de 7,9 °C el día 17. Y luego, marzo arrancó con temperaturas elevadas: el día 2, la marca fue 38,8 °C, récord para el mes”, afirmó la docente.

La docente hizo hincapié en que las altas temperaturas y las lluvias deficitarias causaron el desecamiento de las reservas de agua útil en los perfiles del suelo justamente en los momentos en que se definieron los rendimientos de la soja y el maíz, los cultivos más importantes de cosecha gruesa. “Los maíces tempranos que ya se comenzaron a recolectar en zonas como el norte de Santa Fe presentan rendimientos muy por debajo de lo esperado, ya que tampoco hubo oportunidad de acumular agua en el suelo durante los meses del invierno, que también resultó extremadamente seco”.

Además, Adela agregó que en el caso del maíz, las temperaturas muy elevadas tuvieron un efecto negativo en la viabilidad del polen, lo cual disminuyó la formación de granos.

En cuanto a la sequía, Veliz aseguró que regiones productivas como el NOA, el centro de Santa Fe, la zona núcleo, el centro y norte de Córdoba, Corrientes y el AMBA presentan condiciones de sequía extrema. Esto se puede apreciar en el mapa del Índice de Sequía SEDI, un índice agrometeorológico que considera los déficits hídricos acumulados en los últimos tres meses.

El agua del suelo, heladas y cosecha gruesa

Por otra parte, Liliana Spescha, coautora del informe junto con Adela Veliz, María Elena Fernández Long y Gastón Sosa —docentes de la misma cátedra de la FAUBA—, se refirió a la evolución del almacenaje de agua del suelo en dos situaciones de sequía en localidades la provincia de Buenos Aires. “Tomando el perfil hasta 1 metro de profundidad, en Junín, los niveles de reserva se mantuvieron por debajo del punto de marchitez de manera casi permanente desde el inicio de la campaña”.


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Liliana agregó que, en cambio, en la localidad de Olavarría, el estado de humedad del suelo se encuentra en condiciones no tan desfavorables, aunque con 50% de agua útil desde principios de año.

“Otra adversidad en febrero fue la helada agrometeorológica —es decir, temperaturas mínimas menores o iguales a 3 °C— que ocurrió el sábado 18 en el oeste de la zona agrícola, particularmente en el este de San Luis, Córdoba, la zona núcleo y en el oeste de Buenos Aires. Los daños a los cultivos van a depender de la fase fenológica en la que estaban, del estado de los lotes, de la cobertura y de su ubicación dentro del paisaje: los sectores bajos serán los más afectados”, dijo la docente.

Por lo señalado anteriormente, Spescha advirtió que habrá una disminución muy importante en los volúmenes de maíz y soja producidos en la presente campaña. De acuerdo con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la proyección de cosecha de maíz sería de 41 millones de toneladas, mientras que la de soja sería de 33,5 millones de toneladas. En comparación con la campaña pasada, estas cifras representarían una caída de 11 millones en el caso del maíz y de 10 millones en el caso de la soja.

La Niña y una ansiada neutralidad

Fernández Long, por su parte, comentó que el 20 de febrero, el International Research Institute for Climate and Society —o IRI, por sus siglas en inglés— difundió su pronóstico para el fenómeno El Niño-Oscilación del Sur. En el mismo anunció que existe un 94% de probabilidades de que tenga lugar una transición hacia condiciones neutrales para el trimestre marzo-abril-mayo.

Además, María Elena resumió los contenidos del pronóstico trimestral que elaboran —en el ámbito del Servicio Meteorológico Nacional— distintos organismos oficiales, incluyendo la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA. “Para el trimestre otoñal se indican precipitaciones inferiores a las normales en el norte y el centro de la Mesopotamia, en Cuyo y en el norte y centro de la Patagonia. También se espera que sean superiores a lo normal en el noroeste, y valores normales en la Región Chaqueña. Para la Región Pampeana no hay una categoría con mayor probabilidad de ocurrencia, por lo que se recomienda seguir los pronósticos a corto plazo. En estos casos se debe considerar la información estadística del trimestre”.

Para concluir, Fernández Long indicó que las temperaturas medias continuarían siendo elevadas y superiores a los valores normales en gran parte del territorio, especialmente en la Mesopotamia y en el oeste de la Región Pampeana.

Fuente: Prensa FAUBA

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