Más daños por la sequía: la arveja pasa de un récord a un fracaso y peligra su exportación a Brasil

“Venimos de un récord productivo de 2021 a un fracaso de lo más estrepitoso en 2022, debido a la seca que está haciendo un desastre a nivel tal, que está en duda si vamos a ser capaces de abastecer a Brasil, que es nuestro cliente más tradicional. Yo creo que no”.

Así lo manifestó el asesor privado y especialista en los mercados de legumbres, Adrián Poletti, quien participó de la primera jornada “Explora Legumbres”, realizada en el campo experimental de la empresa Rizobacter, en Pergamino, Buenos Aires.

Su definición sintetiza un brusco cambio. Si bien hasta septiembre último la exportación de arvejas de 2022 era 131% mayor que en igual período de 2021, por la caída del área sembrada de al menos 50% y menores rindes este año por la sequía y fuertes heladas, las exportaciones de este producto, para 2023, son inciertas.

En el ciclo 2021/22, el área sembrada con arveja fue de 112.646 ha y la producción de 296.957 t, 65% más que la campaña 2020/2021, que fue de 193.999 t. En tanto, este año, según indicó Poletti, la superficie sembrada no superó las 60.000 hectáreas.

Menos de la mitad. “La intención de siembra era de 150.000 hectáreas, o sea se esperaba tener un crecimiento de 20 a 25%, pero la realidad es que no solo no tuvimos ese crecimiento, sino que caímos por debajo del 50% del área del año pasado y la incógnita es cuánto de todo eso se va a cosechar”, precisó el especialista.

En este sentido, en agosto último, un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) había advertido una merma de 50% para arvejas y garbanzos.

En la Argentina se cultivan 40 variedades diferentes de arvejas amarillas y verdes, pero la protagonista de la producción y el consumo local es la verde, sembrada mayoritariamente en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos.

En tanto, según datos del Sistema de Certificación de Productos de Origen Vegetal del Senasa, publicados en septiembre pasado, la exportación certificada de arveja, en 2022, registró unas 140.000 t, enviadas a 34 destinos. Los principales países compradores fueron Venezuela (51%), China (15%) y Brasil (10%).

China. “El año pasado, la Argentina exportó entre arveja amarilla y verde casi 168.000 t, que fue un récord absoluto, hubo una diversificación de mercado. Estábamos haciendo las cosas muy bien, pero esta sequía nos jugó la peor mala pasada. Es una lástima, porque estábamos por pasar a ser un jugador relevante a nivel mundial, a estar en el radar chino como un proveedor confiable de cantidad y calidad, y ahora no sé si se lo va a poder atender”, aseguró Poletti.

“Debemos apoyarnos en la resiliencia productiva y pensar en la campaña 2023/24, considerando que la sequía dejará profundas consecuencias en los rendimientos este año, pero con mercados que son demandantes y precios que tienen soporte”, advirtió.

El asesor también se refirió a la situación del mercado global. Indicó que hay factores coyunturales de geopolítica que afectan de forma importante al mercado, como la guerra en Ucrania, las crisis energéticas y el aumento de los costos de los fletes.

Devaluación mundial. “A nivel mundial hay una carrera devaluatoria y recesión importante en los países clientes. También una fortaleza del dólar muy fuerte y costos de logística altos, tanto internos como externos en los países de destino. Todo eso lleva a que el mercado esté ralentizado y no pueda expresar todo el potencial de precios que debería alcanzar”, dijo. Precisó que en el mercado internacional las arvejas deberían valer US$50 más para ubicarse entre los US$450 y US$500 valor FOB. Sin embargo, por aquellos motivos, “los mercados no lo pueden convalidar”.


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Además, Poletti agregó que las relaciones de stock consumo son “sustancialmente bajas”, por una merma en la oferta, debido a una caída de la producción -por una fuerte sequía en 2021 y parcialmente este año- en Canadá, que es el referente mundial, y por precios muy competitivos de otros cultivos, como la colza, que compitieron por el uso de suelo.

Legumbres vs. oleaginosas. A pesar de las perspectivas poco alentadoras, Poletti explicó que “hay un soporte estructural de precio para todo el complejo legumbre. Todos los problemas de crisis energética llevan a un aumento de los precios de los oleaginosos a nivel mundial, que son los competidores directos de las legumbres por superficie para ser sembrada, entonces, estos tienen que mantener los precios porque si no, no los siembra nadie”.

Y agregó: “Si la producción que vamos a tener va a ser mínima, con un abastecimiento muy limitado para el mercado de lata argentino, con retención de semilla para volver a sembrar el año que viene, además de lo poco que se pueda exportar, la Argentina va a estar completamente desconectada de lo que ocurra a nivel mundial”, precisó.

Rotaciones. “Las legumbres son un beneficio para el sistema productivo en rotación, ya que son una alternativa de intensificación sustentable. Permiten la diversificación de las familias de herbicidas y eficientizan el uso de fertilizantes en el maíz, en el caso de las especies fijadoras de nitrógeno”, concluyó Poletti.

El área geográfica donde potencialmente podría crecer la producción de legumbres está limitada al norte, por la Ruta Nacional 19, en Santa Fe, el río Uruguay, hacia el este, en Entre Ríos, el sudeste de Córdoba y este de La Pampa, entre otras regiones.

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