Por la suba mundial de los granos, la Argentina embolsará por exportaciones, en 2022, US$ 16.000 M más que en 2020

Así surge de un informe del economista Juan Manuel Garzón, del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), de la Fundación Mediterránea, sobre una cosecha estimada para la campaña 2021/22, aun no concluida, de 22 M de t de trigo, 43 M de t de soja y 50 M de t de maíz, pero considerando que no todo ese volumen se exporta.

Según explicó Garzón al diario La Nación, la referencia a 2020 es “teórica”, ya que ese año hubo exportaciones de granos, aceites y harinas por US$29.000 M, mientras que en este 2022 las ventas externas por esos productos serán por alrededor de US$45.000 M.

En el primer cuatrimestre de este año, la soja promedió US$648 la t en los puertos argentinos, 20% más que el valor promedio de 2021 y 69% más que en 2020. El maíz, segundo complejo exportador del país, tuvo una dinámica similar: cotizó US$303 la t entre enero y abril, 22% más que en 2021 y 68% más que en 2020.


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Ganar-ganar

Para Garzón, en los países que producen más de lo que consumen en el mercado interno y en los que el campo es un sector productivo importante -como la Argentina-, la suba de los precios internacionales de las commodities “ha sido ganar-ganar: más ingresos para el sector y sus eslabonamientos, más divisas para el país y más recaudación para el Estado”.

Según el trabajo del IERAL, los factores que sostienen los precios en altos niveles son: las existencias globales relativamente bajas; los efectos de la invasión de Rusia sobre la producción ucraniana futura (con impacto en maíz, trigo y girasol), y una oferta de soja sudamericana (Brasil, Argentina, Paraguay) que será bastante menor que la de 2021.

Los stocks mundiales cierran el ciclo 2021/2022 sin recuperarse respecto del año pasado. Y en el caso de la soja, con un retroceso equivalente a 3,7% del consumo global anual. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) estima que quedará un remanente de alrededor de 90 M de t de la oleaginosa, equivalente al 24,8% del consumo estimado del último ciclo. Esta es la relación más baja desde la campaña 2015/2016.

En maíz, el volumen remanente estimado es de 305 M de t, el 25,8% del consumo, un volumen muy similar al del ciclo previo, que sigue siendo bajo respecto de los últimos años, cuyo promedio se mantuvo en promedio en 29,3%.


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Tensión por los remanentes

A propósito de estos remanentes, aclara el informe que, muy al contrario de lo que podría pensarse, esos remanentes están en manos de países importadores de granos. Tal es el caso de China, nación que se estima tiene 37% de los stocks globales de soja y 69% de los de maíz.

Garzón explicó un dato no menor: “Si bien el mercado es uno solo y en algún momento el intercambio comercial todo lo acomodará, en el corto plazo no es indistinto quiénes son los países que permanecen con granos. Si la tenencia está muy concentrada en los exportadores, estos pueden satisfacer relativamente rápido las demandas de los importadores, pero si la tenencia reside en sólo algunos importadores, las demandas de los restantes compradores resultan más difíciles de satisfacer, lo que acrecienta la tensión en el mercado”.

En cuanto a una eventual baja de precios, el economista dijo que eso podría suceder por la “importante desaceleración” de la economía china y, probablemente, también de la economía global en un contexto de subas de tasas de interés”.

No obstante, Garzón consideró clave cómo se desarrolle la campaña agrícola en Estados Unidos. “Un mínimo problema en el primer productor y exportador mundial de granos generaría presión adicional sobre los precios, al contrario que si la campaña avanzase de manera prometedora”, explicó.

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