Entendiendo la inserción internacional de la agroindustria argentina

Para entender qué rol juega Argentina en materia agroindustrial en el comercio internacional, nos preguntamos: ¿Cómo se posiciona la agroindustria argentina en un mundo cambiante? Seguidamente, nos interesa conocer quiénes han sido y quiénes son nuestros socios más relevantes, por lo que la pregunta que surge es: ¿A qué países le vendíamos y a quiénes le vendemos? Luego, para adentrarnos en la red de acuerdos y tratados comerciales, el interrogante es ¿Con quiénes nos asociamos? Y a modo de conclusión, tratamos de responder ¿A qué desafíos nos enfrentamos?

¿Cómo se posiciona la agroindustria argentina en un mundo cambiante?

Argentina se ha mantenido en el puesto 11 como proveedor de bienes agroindustriales, abasteciendo alrededor del 3% de la demanda global durante los últimos 20 años. Incluso, considerando a la UE como un único proveedor, Argentina se ubica el sexto lugar. ¿Pero qué significa esto? Para responderlo, primero tenemos que entender el contexto internacional en el que se inserta la agroindustria argentina en los mercados globales, luego la especialización exportadora del país, el marco de relacionamiento externo y las alianzas estratégicas y, por último, los desafíos a que se enfrenta.

En la actualidad no podemos hablar de contexto sin hablar de incertidumbre, que se ha vuelto un actor fundamental de la escena internacional, con una marcada aceleración en los últimos años. Esta percepción de lo desconocido fue el resultado de una serie de cambios estructurales que abarcan cuestiones geopolíticas, socio-económicas, científico-tecnológicas, ambientales y político-institucionales, que tuvieron impacto sobre las formas de producir, consumir y, por tanto, de acceder a bienes y servicios. En este marco, la pandemia del COVID-19 contribuyó con nuevos desafíos en materia sanitaria, social, económica y tecnológica: ha generado una crisis internacional sin precedentes cuyos efectos de mediano y largo plazo aún se desconocen. No obstante, la pandemia ya está demostrando ser un punto de inflexión o gamechanger, que llegó a profundizar tendencias existentes y a crear nuevas. Entonces ¿cuál va a ser la nueva normalidad? Aún no lo sabemos. Lo que intentaremos hacer en este artículo es mostrar algunas de las tendencias previas y posteriores al COVID-19 que están afectando a escala global y cuyos efectos se observan en el comercio internacional y la agroindustria argentina.

En la esfera geopolítica, antes de la pandemia se observaba un desplazamiento del poder económico y político hacia la región Asia-Pacífico, una pérdida progresiva de liderazgo y protagonismo de Estados Unidos y la UE junto con el progreso y consolidación de otras potencias emergentes, la fragmentación de la gobernanza global, acompañados de avances en el terreno de la sostenibilidad (Pou, 2015). La lucha por la sostenibilidad y contra el cambio climático se ubica en lo más alto de la agenda de prioridades de todos los países del mundo, más aún con el regreso de EE.UU. al Acuerdo de París, el Pacto Verde Europeo con objetivos de neutralidad en carbono para 2050 y China con anuncios similares de neutralidad para 2060. En los últimos años, con la disputa de poder entre China y EE.UU., que desencadenó el conflicto comercial, se puso a prueba la capacidad de las instituciones para hacer frente a los nuevos desafíos. La pandemia puso nuevamente de relieve la necesidad de una respuesta coordinada y conjunta a los problemas globales. A este respecto, las instituciones como la Organización Mundial del Comercio, debilitada y estancada en sus negociaciones, tendrá que redoblar sus esfuerzos para avanzar en la reforma del sistema multilateral de modo tal que atienda a los nuevos desafíos del comercio internacional.

En el ámbito socio-económico se observa una desaceleración del crecimiento económico y comercial mundial, profundizada en los últimos años por la crisis financiera internacional de 2008/09 y la recesión provocada por el COVID-19.

Fuente: elaboración propia en base a datos del FMI

 

Esta contracción del crecimiento mundial fue de -3,5% en 2020, la mayor caída desde la segunda guerra mundial, aunque inferior a la proyectada inicialmente gracias a una recuperación en el segundo semestre de algunos países. El fuerte colapso registrado ha tenido graves repercusiones en la sociedad, con particular impacto en los sectores más vulnerables como mujeres, jóvenes, pobres, empleados del sector informal y trabajadores en sectores de contacto personal intensivo, y, asimismo, ha afectado de modo desigual a países con distintos niveles de desarrollo. Si bien los avances en la vacunación han alentado esperanzas sobre la salida de la pandemia, las nuevas olas y variantes del virus generan inquietudes acerca de las perspectivas, estimándose un crecimiento de 5,5% en 2021 y 4,2% en 2022 (FMI, enero de 2021).

El coronavirus irrumpió también en la oferta y demanda de bienes agroindustriales, afectando de distinta forma según el país. Entre los principales factores que afectaron la oferta, sobre todo a inicios de la pandemia y gracias a las medidas de aislamiento, se incluyen: disrupciones logísticas, volatilidad de precios de commodities o vaivenes del tipo de cambio, reducción de la mano de obra, nuevos estándares sanitarios y nuevas políticas restrictivas. Desde el punto de vista de la demanda, se observó una contracción importante del consumo, derivada de un aumento del desempleo y caída de ingresos por la mayor recesión, aumento de la pobreza y desigualdad, aumento del hambre en algunos países o sectores y deterioro de las dietas en otros (menor consumo de alimentos nutritivos). Según el FMI en su actualización de las perspectivas de la economía mundial, “la solidez de la recuperación varía considerablemente entre países, dependiendo del acceso a intervenciones médicas, la eficacia del apoyo de las políticas, la exposición a repercusiones económicas transfronterizas y las características estructurales de cada economía al inicio de la crisis” (FMI, enero de 2021).

A futuro se espera una demanda creciente de productos agroindustriales, aunque a un ritmo menor que el observado en las últimas décadas, en línea con la desaceleración económica y comercial. Cabe destacar, que lo que motorizó el crecimiento de la demanda internacional el último tiempo ha sido una clase media china en ascenso, mayor urbanización, mayor participación de la mujer en el mercado laboral, en un escenario de globalización y cuarta revolución industrial (mayor conectividad y velocidad en las comunicaciones, big data y redes sociales, aprendizaje automático e inteligencia artificial), nuevos usos de materias primas para la producción de bioenergía, entre otros factores que modificaron los hábitos de consumo de la población mundial. En la actualidad, con motivo del coronavirus surgieron nuevos factores que afectan la demanda de estos bienes gracias al confinamiento, las nuevas normativas y cuidados, el teletrabajo, entre otros. En respuesta, a estas nuevas demandas se ofrecen canales alternativos de oferta de esos bienes como el comercio electrónico y el delivery, y se facilita el comercio a través de automatización o digitalización de trámites y procesos.

Todos estos cambios observados en la escena internacional tuvieron impacto en los flujos comerciales a través de una reconfiguración de la participación de los actores del comercio global. Así, líderes exportadores e importadores agroindustriales tradicionales como EE.UU. y los países de la UE han reducido su contribución sobre el total, dando lugar a incrementos en la participación de otros países (Figura 3). Se destaca especialmente la participación de China (e India aunque no esté en los primeros 10) como comprador de productos agroindustriales y de Brasil como exportador. Argentina, como se indicó al comienzo, ha mantenido su participación.

Figura 3: Porcentaje de participación de principales países en comercio agroindustrial.  Comparación entre la participación de los principales proveedores y compradores agroindustriales. No se analizan datos 2020, ya que estarán afectados por la pandemia del COVID-19 y el objetivo del análisis es entender tendencias de largo plazo.

Fuente: elaboración propia en base a datos de WITS.

¿A qué países le vendíamos y a quiénes le vendemos?

Figura 4: Diversificación de destinos de exportación: cambios en la participación 1994-96 vs. 2017-19. No se analizan datos de 2020, ya que estarán afectados por la pandemia del COVID-19 y el objetivo del análisis es entender tendencias de largo plazo.

Fuente: elaboración propia en base a datos de WITS.

Los cambios en el contexto internacional tuvieron su correlato a nivel local. En la década del ’90, Argentina exportaba principalmente a Brasil y la UE, socios tradicionales que explicaban la mitad de sus ventas agroindustriales. En ese período, los diez primeros destinos de las exportaciones representaban 73% de las ventas, por un valor de 10 mil millones de dólares. En la actualidad, dichos socios han perdido participación sobre el total dando lugar a otros países asiáticos, principalmente China, pero también India, Indonesia y Vietnam y algunos africanos como Egipto y Argelia, que han cobrado mayor relevancia e intensidad comercial en los últimos años. Es decir, que se experimentó una diversificación de destinos de exportación, representando en la actualidad los diez primeros un 66% del total (<73% de 1994-96).

Ahora bien, analizando los productos agroindustriales exportados, vemos que ocurre lo contrario. Se observa un aumento en la concentración en pocos productos las últimas dos décadas. Antes los principales 10 productos exportados representaban 60% de las ventas y ahora representan 71%. Incluso, sólo el complejo sojero (poroto, aceite, harina y biodiesel) explica casi el 50% de las ventas agroindustriales desde nuestro país. Brasil y Argentina tendieron a concentrar sus exportaciones agroindustriales, en contraste con el resto de los competidores que mantuvieron (caso UE) o incluso diversificaron sus ventas (EE.UU.). Para mayor detalle sobre el comercio bilateral de Argentina, principales orígenes, destinos y productos, se sugiere consultar el Visor ComAGRI de la Fundación INAI.

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Figura 5: Principales productos agroindustriales exportados 2017-19.

Fuente: elaboración propia en base a datos de Trademap

Analizando el desempeño exportador de Argentina, observamos que un tercio de los productos agroindustriales exportados presentan Ventajas Comparativas Reveladas (VCR)[2], representando el 96% del total agroindustrial exportado (en valor). ¿Qué implica esto? Si Argentina presenta una VCR en la exportación de un producto, quiere decir que posee un mejor desempeño en la exportación de ese bien que en promedio mundial. Pero el problema es que descubrimos que existe al menos un competidor (exportador agroindustrial) que también posee ventajas en sus exportaciones. Es decir que, pese al potencial de las exportaciones argentinas, el país debe ganar competitividad vía precios o calidad para destacarse entre sus competidores. En el primer caso, esto podría efectuarse a través de la negociación de preferencias arancelarias (reducción de aranceles a la importación) en el marco de acuerdos comerciales. En el segundo, tendría que buscar la forma de diferenciar el producto argentino en el exterior o encontrar algún nicho de mercado, lo que podría alcanzarse a través de ofrecer algún sello país como por ej. Programa Argentino de Carbono Neutro (PACN).

¿Con quiénes nos asociamos?

Entre los países con los que Argentina posee algún tipo de acuerdo comercial en vigencia, se encuentran los socios del Mercosur (Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela actualmente suspendida) con quienes existe una unión aduanera. Hay otros socios regionales con quienes existen Acuerdos de Complementación Económica (ACE) o de Alcance Parcial (AAP) en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración, como Perú (ACE N° 58), Bolivia (ACE N° 36), Chile (ACE N° 35), México (ACE N° 55 -sobre el sector automotriz y ACE N° 6 bilateral), Colombia, Ecuador y Venezuela (AAP.CE N° 59), Cuba (AAP.CE N° 62). A través de la plataforma del Mercosur, Argentina posee Tratados de Libre Comercio con socios extrarregionales como Israel y Egipto y otros Acuerdos de Preferencias Fijas con la Unión Aduanera del África Meridional -SACU, por sus siglas en inglés- e India.

Asimismo, se encuentra en proceso de ratificación el Acuerdo UE-Mercosur concluido a mediados de 2019 (aún no en vigencia), el Acuerdo entre MERCOSUR y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés), bloque integrado por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza, y en negociación acuerdos de libre comercio con Canadá, Corea del Sur, Singapur. Por otro lado, Argentina es beneficiaria del Sistema Generalizado de Preferencias de Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Suiza, Noruega y países de la Unión Euroasiática, que ofrecen preferencias unilaterales a países de menor desarrollo sobre listados específicos de productos.

Sobre una muestra de estos países que representan 82% de los flujos comerciales de Argentina, descubrimos que los países con los que mantiene acuerdos, si bien no constituyen un porcentaje importante del PBI mundial (8,5%), explican un tercio (33%) del total de los intercambios del país con el mundo en promedio 2017-19 y permiten un balance positivo al país. Los países con acuerdos en negociación explican cerca de un quinto de los intercambios, en este caso, principalmente la UE. Cabe destacar, que los países que presentan mayor intensidad en el comercio bilateral de Argentina, tanto para el total de los intercambios como para el sector agroindustrial son aquellos con los que existe algún tratado comercial y a su vez, estos países representan una mayor diversificación de los intercambios con Argentina.

Sin embargo, existe un conjunto de países con quienes se ha incrementado la intensidad comercial en los últimos años, pero acompañada de una alta concentración de las exportaciones en muy pocos productos, como en los casos de India con el aceite de soja, China con porotos de soja, Australia y Nueva Zelanda con tortas y pellets de soja, Vietnam con tortas y pellets de soja y maíz, entre otros. Esto representa un riesgo latente para la Argentina ya que genera mayor vulnerabilidad ante cualquier shock que pueda presentarse por cambios bruscos de precios de los commodities, imposición de medidas que afecten el comercio, barreras arancelarias y no arancelarias u otros. Estas restricciones implican la necesidad de redireccionar los flujos hacia otros países y/o productos, generando incertidumbre en los mercados y dejando en una situación de fragilidad a los productores y exportadores argentinos que no necesariamente pueden reaccionar rápidamente.

¿A qué desafíos se enfrenta la agroindustria argentina?

Los cambios en el contexto internacional tienen impacto en el comercio internacional y, por ende, local. Argentina ha mantenido su participación en el comercio agroindustrial, diversificado destinos de exportación, aunque concentrándose en relativamente pocos productos. Si bien presenta ventajas comparativas, sus competidores también lo hacen. Sus acuerdos comerciales permiten relaciones de mayor intensidad comercial, complementariedad y diversificación de productos, aunque también existen ciertos destinos con alta concentración bilateral.
Estamos en un momento donde los grandes acuerdos de comercio -como la OMC, e incluso el Mercosur- han perdido relevancia y buscan ser dinamizados. Pero mientras tanto, se ha retomado la agenda bilateral, que ha potenciado conflictos comerciales entre los países más importantes del mundo, con impactos muy relevantes sobre Argentina (los casos de la soja importada desde EE.UU. o la apertura del mercado para la cebada en China, dan cuenta de esto). Ante esta situación, es muy importante que Argentina potencie sus capacidades de diagnóstico y definición de estrategias en los sectores público y privado, y desarrolle una activa agenda de negociaciones internacionales que le permita consolidar ventajas de acceso para sus productos en los principales mercados del mundo.
Es difícil definir qué nos depara entonces el futuro o incluso, qué es lo que define la nueva normalidad. En base a lo observado, se dejan planteados algunos desafíos (no excluyentes) que deberá superar la Argentina en los próximos años y también algunas opciones que tiene el país para hacer frente a los mismos.

  • Adaptarse a cambios en el contexto global. El país se enfrenta no sólo a retos importantes en materia de infraestructura, logística, tecnología y cambio climático, sino también a la incertidumbre del entorno político, social, cultural y económico local (e internacional) que afectan directamente las decisiones de producción y comercialización agrícolas. La forma en la que cada país se adapte a los cambios estructurales determinará también su participación en el comercio y economía global. Será clave para nuestro país invertir en I&D de capacidades para hacer frente a desafíos tecnológicos y ambientales, como también avanzar en iniciativas de desarrollo sostenible como las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA) y el PACN.
  • Mantener -o mejorar- la posición como proveedor agroindustrial, continuando y reforzando el trabajo de diversificación de destinos y ampliando los esfuerzos en diversificación de productos.
  • Traducir las ventajas existentes en oportunidades reales. Para que el potencial observado se convierta efectivamente en realidad, Argentina tendrá que definir estrategias concretas de inserción que garanticen el acceso de los productos argentinos a esos mercados y ello deberá desarrollarse conjuntamente a través del trabajo y coordinación público-privado.
  • Adoptar una estrategia de inserción internacional:
    • Entablar asociaciones estratégicas que posicionen al país en el mundo como proveedor confiable y sostenible. El avance en negociación de acuerdos comerciales podría contribuir a reducir la vulnerabilidad ante alta concentración bilateral, la exposición a medidas proteccionistas como también mejorar la competitividad del país frente a otros exportadores agroindustriales.
    • Participar activamente en negociaciones multilaterales para formar parte de la redefinición de reglas globales. El rol del sistema multilateral en la organización y definición de reglas de juego en el comercio internacional es clave para generar confianza en los mercados y emparejar el terreno de juego. Si bien la OMC ha perdido relevancia, las discusiones se han llevado a otros ámbitos, como se destaca seguidamente.

Mas allá de estos desafíos, se debe destacar que este año tienen lugar toda una serie de eventos internacionales con potencial de generar nuevos acuerdos entre los países vinculados a la agroindustria. Para septiembre fue convocada la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas (New York, EE.UU.), de la cual se espera “sensibilizar y establecer compromisos y medidas mundiales que transformen los sistemas alimentarios, como objetivo de erradicar el hambre, reducir las enfermedades relacionadas con la alimentación y proteger el planeta”. En octubre tendrá lugar la Cumbre sobre Biodiversidad (Kunming, China) donde se deben renovar los compromisos sobre biodiversidad para los próximos 10 años. En noviembre se llevará a cabo la COP 26 (Glasgow, Reino Unido), lo que marcará el regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París y buscará resolver cuestiones como la relativa a la implementación de mercados de carbono. Y por último, en diciembre tendrá lugar la XII Conferencia Ministerial de la OMC (Ginebra, Suiza), que bajo el renovado impulso de su Directora General, Ngozi Okonjo-Iweala, espera avanzar en las aletargadas negociaciones comerciales.

Todos estos foros ofrecen tanto oportunidades como amenazas para el sector, pero una cosa es clara: la participación en estos ámbitos es fundamental para tener un rol activo en la conformación de las reglas internacionales que van a regir a la producción y el comercio agroindustrial en el futuro.

 

Fuente: bolsadecereales.com por Sofía Perini, Nelson Illescas

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