Gusanos blancos en trigo

La elección de los lotes que se destinarán a la siembra de trigo, debería realizarse con información que permitiera calificar la productividad del cultivo en cada una de las etapas de su ciclo: cultivo antecesor, disponibilidad de agua en el perfil, nivel de nutrientes, etc. También habría que “descubrir” antes de la siembra, la existencia de insectos perjudiciales para el cultivo que, por estar actuando bajo la superficie del suelo, pasan desapercibidos hasta que se observan sus daños y ya es tarde para un control eficiente. El más popular de los insectos de suelo que afectan al trigo es el “gusano blanco” (conocido también en las áreas urbanas como “gallinita ciega”), que es la larva u oruga del “bicho torito” o “bicho candado”, coleóptero denominado científicamente Diloboderus abderus (Sturm.). Esta especie es la única perjudicial de un grupo llamado complejo “gusanos blancos”, que incluye varias de los coleópteros (Massaro, 2010). Si bien las poblaciones del “gusano blanco” o “bicho torito” parecieran haber disminuido en los últimos ciclos agrícolas, siguen existiendo casos y consultas sobre “cómo parar al gusano blanco” en la época en la que habitualmente se hacen visibles los daños sobre la superficie; más precisamente, desde el mes de agosto en adelante. Muchas veces la frecuencia (número de cultivos afectados) puede ser baja, pero la intensidad (gravedad) de los daños suele ser muy alta.

Estudios realizados en zonas del sur y centro de Santa Fe permitieron identificar las siguientes especies del complejo “gusanos blancos” (Gamundi y otros, 2002):

Anomala testaceipennis (Blanch.)

Archophileurus vervex (Burm.)

Bothynus striatellus (Fairm.)

Cyclocephala putrida (Burm)

Cyclocephala modesta (Burm.)

Cyclocephala signaticollis (Burm.)

Diloboderus abderus (Sturm.)

Heterogeniates bonariensis (Ohaus)

Phylochloenia bonariensis (Blanch.)

 

El ciclo de D. abderus transcurre en el suelo durante los estados de huevo y larva (etapa perjudicial) que está activa desde febrero-marzo hasta fin de octubre-noviembre, con variaciones según la latitud en la que nos encontremos (Tabla 1; Figura 1). Según estudios realizados a campo en la zona centro de Santa Fe, a fines de octubre y principios de noviembre las larvas ya están en el estado de prepupa o pupa, cesando la alimentación y el daño a los cultivos (Massaro y otros, 2006; Massaro y otros, 2007; Figura 2). La larva o “gusano” transcurre con tres estadios y durante la misma construye una galería que puede llegar a más de 30 cm. de profundidad y 20 mm de diámetro. Mientras la larva está activa, esta galería se mantiene limpia y cubierta por un montículo de tierra removida.

El “gusano blanco” del tercer estadio es el que más consume desde junio-julio hasta fines de octubre, aproximadamente. La información proveniente de Brasil indica que una larva de “bicho torito” puede consumir una planta completa de trigo por semana. Comienza alimentándose de semillas y raíces. El consumo de las raíces del trigo no suele ser descubierto en el campo, pero las plantas son fácilmente extraíbles y, cuando escasean las lluvias, el cultivo se ve afectado más que otros porque sus raíces no pueden extraer agua de la profundidad del suelo, lo que se traduce en reducciones drásticas de rendimiento. La alimentación de estas larvas puede finalizar con el consumo total de las plantas de trigo, a las que va “succionando” desde su galería; así, pueden observarse espigas a ras del suelo, insertadas en el orificio de entrada. Esto suele ocurrir en años con primaveras secas y durante setiembre y octubre. El raleo de las plantas de trigo se observa en rodeos o manchones, característica dada por la distribución de los “gusanos blancos”.

El desarrollo se cumple sin interrupción en un mismo lote a través de las diferentes secuencias de cultivos ya que no colonizan rápidamente desde afuera, como ocurre con las plagas de la parte aérea; en este sentido vale destacar que los machos no vuelan pero sí las hembras. Las poblaciones presentan variaciones según los cultivos que componen las secuencias agrícolas, la acción de los controladores naturales y las prácticas agronómicas. Los suelos compactados y secos favorecen la oviposición y el nacimiento de las larvas; el cultivo de soja es preferido por las hembras para colocar los huevos en el suelo y así, las larvas quedan protegidas y con alimento. Por eso, en muchas situaciones se encuentran altas poblaciones de “gusanos blancos” después de la secuencia trigo-soja (Gassen, 1993).

El trigo no es el único alimento de los “gusanos blancos”, ya que se ha comprobado el consumo abundante de rastrojos de cultivos antecesores que realizan alrededor de la entrada a su galería especialmente de trigo-soja.

Recomendaciones

  1. Detectar la presencia de “gusanos blancos” en los lotes destinados a la siembra de trigo. Revisar preferentemente los lotes en los que se hayan observado daños en cultivos de maíz o trigo durante los años precedentes (especialmente el último). Si no se cuenta con este registro (aunque sea mental), recorrer primero aquellos que presentan algunas de estas condiciones:

Muy pocos años de agricultura después de pastura perenne.

Siembra directa continua después de pastura.

Varios años de siembra directa con secuencia de cultivos soja/trigo-soja.

Siembra directa con secuencia trigo-soja durante 2 o más ciclos.

Para estar seguros, lo mejor es tener el diagnóstico de todos los lotes.

  1. Evaluar la población en los lotes

Para ello, se recomienda hacer más de 10 pozos con pala (25 x 50 cm en superficie y 30 cm en profundidad) en sitios bien distribuidos en todos los sectores del terreno. Si la superficie es grande deberán aumentarse los sitios de muestreo. Los “gusanos blancos” se presentan agrupados (en “manchones”) y son más abundantes donde hay gramíneas naturales (“cebadilla”, “raygrás”, “avena fatua”) y, a veces, en los sectores de bordura linderos con pasturas o caminos empastados. Este muestreo podría reemplazarse por la observación de agujeros en el suelo (corte plano superficial con pala) pero hay que ser experimentado para identificar los que corresponden al “gusano blanco” vivo; pueden ser de grillo topo, grillo subterráneo o de una larva que ya no está.

Esta tarea debe hacerse antes de la siembra con el tiempo suficiente para tomar la decisión de control, pero no demasiado anticipada con respecto a la fecha de siembra prevista del trigo. Las larvas pequeñas de “gusanos blancos” son más difíciles de identificar, no se les da tiempo para actuar a los parasitoides (controladores naturales) y no se pueden ver sus pupas subterráneas. Se ha comprobado la eficacia de varios de ellos (avispas) en el control natural del “bicho torito”, especialmente cuando no se utiliza “chorro de piretroide” con el barbecho químico, que los elimina.

En la EEA Rafaela del INTA (Frana y otros, 1996; Frana, 2002) se ha identificado a la avispa Tiphia andina o T. meridionales cuya larva parasita al “gusano blanco”, provocándole la muerte antes de que llegue a su máximo consumo. Se registró hasta un 50 % de parasitismo durante mayo-junio. Otra avispa parasitoide encontrada es Campsomeris sp., que actúa sobre prepupas y pupas de D. abderus. 2

  1. La identificación de larvas del complejo “gusanos blancos”

 

Este paso es imprescindible para diferenciar el “bicho torito” del resto de las especies. Existe una clave que utiliza las setas o “pelos” de la cabeza y el raster (último segmento del abdomen) para diferenciar las especies utilizando una lupa de más de 10 aumentos.2 En relevamientos del norte de Buenos Aires, sur y centro de Santa Fe (trabajos de las EEA INTA Pergamino, Oliveros y Rafaela) se han identificado más de 10 especies, de las que se considera económicamente perjudicial a D. abderus. Las demás, son calificadas como benéficas por la construcción de bioporos que favorecen la infiltración del agua y el traslado de nutrientes en el perfil del suelo.

  1. Umbral de tratamiento para decidir uso de insecticidas

Cuando se encuentren más de 4 larvas de “bicho torito” por metro cuadrado en promedio del lote, se puede recurrir al control químico. Este Umbral de tratamiento (UT) fue determinado en la EEA INTA Oliveros con ensayos del ciclo 1994/95 y confirmado en estudios posteriores. En lotes con una población superior a los 20 larvas de “bicho torito” promedio por metro cuadrado, se sugiere evitar la siembra de trigo y destinar esa superficie a un cultivo de verano. En los ensayos de evaluación de control y daño económico, se ha determinado que la mortalidad es relativamente baja e inferior a la considerada eficaz (80 %).

  1. El control con insecticidas

Lo que ha mostrado eficacia y practicidad es el tratamiento de semillas con insecticidas inscriptos, que puede hacerse en forma preventiva y juntamente con fungicidas para control de enfermedades de semillas. Esta aplicación es de bajo impacto sobre los enemigos naturales y demás organismos en el suelo. El uso de insecticidas en superficie por aspersión en cobertura total (pulverización antes de la siembra o en post-emergencia del cultivo) ha presentado resultados erráticos en mortalidad. Según Curvetto (2004) la aplicación de Clorpirifos a la dosis de 2 litros pc al 48 %/ha, fue suficiente para controlar altas densidades de D. abderus (más de 50 larvas/m²), comparadas con las experiencias en Brasil (Silva y Boss, 2002) que fue de 27 larvas /m². También, debe considerarse su efecto negativo en la eliminación de parasitoides muy eficaces en el control natural y que, en muchas situaciones, estos tratamientos se realizan para detener los daños cuando éstos ya son irreversibles (trigo encañado y espigado con raleo de plantas).

  1. Cuando la primavera es lluviosa

Con estas condiciones climáticas, los suelos están con buena humedad y es de esperar que se produzca el control natural del “bicho torito”, a través del hongo llamado Cordiceps sp. que provoca la mortalidad de las larvas al final del tercer estadio y en prepupa. Este suceso contribuye a disminuir la población de adultos en ese lote.

 

Fuente: INTA por Rubén Antonio Massaro

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