Evaluación de cultivares de colza-canola en Paraná en el año 2018

La combinación de los excelentes rendimientos con buenos precios del trigo ha generado entusiasmo en los sistemas productivos entrerrianos. Este aspecto positivo, luego de tanta desazón, despierta esperanza sobre el aumento del área sembrada con trigo y la mejora en el uso de recursos durante el invierno que de otra manera se desperdician. Sin embargo, considerando la historia del trigo en Entre Ríos, si se quiere reducir el impacto de riesgos como las frecuentes epifitias de fusariosis, problemas de calidad y periodos de bajos precios, sería recomendable diversificar parcialmente los cultivos de invierno planificados. En este contexto, el cultivo de colza ha probado su adaptación a nuestras condiciones agroecológicas mejorando también el rendimiento de los cultivos de segunda. El conocimiento de la fenología de cada cultivar y otros atributos relacionados con el rendimiento y su interacción con el ambiente pueden ser determinantes en su adaptación a los sistemas agrícolas entrerrianos. El objetivo de este trabajo fue comparar el comportamiento de cultivares de colza en la EEA Paraná del INTA.

¿En qué consistió el experimento?

En el campo experimental de la EEA Paraná se realizó un ensayo para evaluar 13 cultivares de colza de tipo primaveral (Tabla 1). Entre los cultivares evaluados se incluyeron 1 variedad comercial y 3 experimentales del Programa de Mejoramiento de Colza de INTA. Se utilizó un diseño en bloques completos aleatorizados con tres repeticiones. Las parcelas consistieron en 6 surcos de 6 m de largo distanciados a 0,22 m. El ensayo se implantó en un suelo Argiudol ácuico (Serie Tezanos Pinto) el 17 de mayo de 2018 sobre un rastrojo de soja. Previamente a la siembra se fertilizó con 150 kg ha-1 de fosfato diamónico y 100 kg ha-1 de sulfato de amonio y en el estado de roseta se aplicaron al voleo 300 kg ha-1 de urea. El control de malezas se realizó en presiembra con 3 l ha-1 de glifosato (360 g l-1 equivalente ácido) y 0,2 l ha-1 de clomazone (48%) y se complementó en postemergencia con la aplicación de 0,3 l ha-1 de clopiralid (360 g l-1 equivalente ácido). Cuando el desarrollo del cultivo se encontraba entre hojas cotiledonares y la primera hoja verdadera se aplicó 0,02 l/ha de fipronil (20%) para controlar el daño por hormigas. A principios de agosto se realizó un control de “polillas de las coles” (Plutella xylostella L.) mediante la aplicación de 0,03 l ha-1 de clorantraniliprole (20%). La evolución del desarrollo de los distintos cultivares se registró periódicamente. La cosecha de las parcelas se realizó en el momento de madurez comercial con una cosechadora experimental (Wintersteiger, Austria). Luego se estimó el rendimiento, el peso de las semillas y el número de semillas por m2 .

Se realizaron análisis de varianza (ANOVA) y cuando hubo efecto de los tratamientos se compararon mediante el test de diferencias mínimas significativas (LSD, α =0,05). Además, se realizaron análisis de correlación para evaluar las asociaciones entre variables.

¿Qué pasó con el clima?

Luego de una sequía estival extrema y cuando se pensaba que la falta de recarga del perfil limitaría los rendimientos de los cultivos invernales, se produjeron lluvias abundantes durante los meses de abril y mayo de 2018 (Fig. 1) que permitieron la recarga de los suelos y la siembra del ensayo de colza. Esta recarga y las lluvias de julio y agosto minimizaron las restricciones hídricas del cultivo sin llegar a afectarlo sanitariamente. Por otro lado, las temperaturas durante la estación de crecimiento del cultivo fueron parecidas a las normales, con la excepción del mes de septiembre que fue 3°C más cálido. Esto último pudo haber afectado especialmente la duración de la etapa crítica para la definición del rendimiento de los cultivares de colza más largos. Además, los cultivares soportaron 12 heladas agronómicas ocurridas en junio, 6 en julio, 11 en agosto y 1 suave a principios de octubre, totalizando 30 heladas y con una temperatura mínima a 5 cm del suelo de -4,7°C como la más baja registrada desde la emergencia hasta la madurez.

Relación entre el desarrollo y el rendimiento de los cultivares

El período entre la emergencia y la madurez fisiológica varió entre 136 días para el cultivar Diamond y 148 días para el cultivar Solar CL (Tabla 2). La duración del ciclo total de los cultivares varió fundamentalmente con la duración del periodo desde la emergencia a la floración (r=0,83; p=0,0004), mientras que el periodo reproductivo tendió a acortarse a medida que se atrasó la floración. Además, el rendimiento alcanzado se redujo al aumentar el ciclo del cultivar (r=-0,76; p=0,0028) y con el retraso de la floración (r=-0,62; p=0,002).

La mayoría de los cultivares iniciaron la floración antes de septiembre, lo que generalmente se relaciona con mayores rendimientos y menores probabilidades de efectos negativos por altas temperaturas en Paraná (Coll, 2011). Además, los cultivares evaluados este año, incluso los más largos, alcanzaron la madurez fisiológica antes del 23 de octubre, lo que posibilita la siembra de soja de segunda a principios de noviembre. Esa fecha de siembra para el cultivo de soja corresponde a una época de siembra de soja de primera en Paraná, lo que podría generar mayores rendimientos de soja que en el caso de sojas de segunda sobre trigo, que en general se siembran casi un mes más tarde. El rendimiento promedio del ensayo fue 4068 kg ha-1 (Tabla 3), superando ampliamente los valores alcanzados en años anteriores. Se destacaron algunas variedades experimentales de INTA como E1503 y E 1507 junto con los híbridos comerciales Diamond y Nuola 300 con valores superiores a 4300 kg ha-1 . Por otro lado, el peso de mil semillas varió entre 2,97 g para Bioaureo 2386 y 3,60 g para Solar CL y estuvo correlacionado negativamente con el número de semillas fijadas (r=-0,56; p=0,0002), indicando cierta limitación por fuente. No obstante, en realidad el número de semillas producidos fue el único componente del rendimiento que correlacionó con el rendimiento alcanzado por los cultivares (r=0,85; p<0,0001).

Consideraciones finales

El 2018 resultó climáticamente un buen año para los cultivos de invierno, debido a las temperaturas frescas y la oferta hídrica adecuada. Los rendimientos obtenidos de colza fueron más altos que en años anteriores. Entre los cultivares de colza evaluados en la EEA Paraná se destacaron por su rendimiento híbridos comerciales como Nuola 300 y Diamond y las variedades experimentales de INTA E1503 y E 1507. Estos, debido a su madurez anticipada, permiten adelantar la siembra de soja de segunda.

 

Fuente: INTA

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