- Aunque hay que esperar tres meses, sería el primer sector económico en reaccionar.
- Con su impulso, se recuperarían otros.
- Si hay una buena campaña, incidirá sobre las expectativas del resto de la economía.
Con la bisagra simbólica del año nuevo, se activó el conteo a la espera de la gran apuesta para la recuperación de la economía: el desempeño del sector agroexportador es la esperanza para apuntalar el rebote y poner fin a la recesión. Y como lo demostró 2018, todo dependerá del clima y del frente externo.
“Somos mucho más dependientes del campo y de las nuevas economías regionales, como las vinculadas a la energía o la de los limones de Tucumán, del arándano de Mendoza, la pera del Alto Valle. Dependemos más de esa economía primaria, que genera dólares, es competitiva, se sustenta y funciona a pesar de los impuestos. Es una economía que motoriza al resto del país”, planteó ante La Voz Guillermo Barbero, socio de First Capital Market.
Los números oficiales demuestran que el campo fue el primero en levantarse en medio de la recesión. El último Estimador Mensual de la Actividad Económica (Emae) que elaboró el Indec reveló que la agricultura, la ganadería, y los sectores de caza y silvicultura registraron en octubre pasado una mejora del 2,9 por ciento interanual.
Ese salto se produjo tras el tibio avance de septiembre, con un 0,6 por ciento, que sirvió para poner fin a seis meses consecutivos de caídas: en marzo, la contracción fue de 2,6 por ciento; en abril, de 28,6; en mayo, de 32,9; en junio, de 31,7; en julio, de 11,2, y en agosto, de 0,2.
El diagnóstico de los economistas y del Gobierno concluyó en que esa debacle que afrontó el campo por la sequía de principios del año pasado y cierto arrastre de ciclos anteriores se convirtió en una de las principales causas de la crisis.
“Hubo un efecto sequía que hizo que muchos dólares no entraran, lo que generó también un efecto pobreza sobre una parte que es muy dinámica de la población económica: de los productores que veían que no cobraban los dólares de sus cosechas y perdían mucho de lo invertido”, resumió Barbero.
Los analistas coinciden en vaticinar que los números importantes se conocerán hacia el segundo trimestre, cuando comenzarán a notarse los resultados de la cosecha gruesa y del resto de las economías regionales que encontraron cierta competitividad con el salto del 105 por ciento que afrontó el dólar a lo largo de 2018.
En la Casa Rosada, transformaron esa expresión de deseo en números y auguraron que la producción de granos ascenderá a 140 millones de toneladas, su máximo histórico. Es que los cálculos oficiales prevén un avance del 25 por ciento respecto de la campaña 2016/2017 (en la que se cosecharon 112,4 millones de toneladas).
Conscientes de los riesgos del extremo optimismo, en el entorno del presidente Mauricio Macri saben que eso sucederá “si el clima acompaña” y, por ello, evitan dar a conocer su apuesta sobre el fin de la recesión.
La confianza en el campo es la que determina los grandes números que barajan en la mesa del equipo económico. Los resultados también tendrán implicancia en la carrera para alcanzar el déficit fiscal cero dentro de 12 meses (tal como se le prometió al FMI a cambio del megacrédito por 57.100 millones de dólares para evitar un default este año).
Necesario ajuste de clavijas
Si todos los pronósticos se cumplen y el clima finalmente es favorable, el Gobierno nacional deberá avanzar en un ajuste de clavijas para garantizar que los frutos del sector agroexportador sirvan para apuntalar al resto.
“El problema que subsiste es el nivel de la tasa de interés. Están muy altas, y eso es un gran desincentivo para cualquier tipo de actividad productiva. Con esas tasas, lo que hacés es achicar: te achicás porque el riesgo de tomar plata prestada a esas tasas es que te fundís rápidamente”, dijo Barbero.
La tasa de interés de las letras de liquidez (Leliq) que el Banco Central estableció como nueva referencia para el mercado se encuentran hoy por encima del 59 por ciento. Y más allá del rumbo bajista que emprendieron en los últimos meses (en sintonía con las señales de desinflación), lo cierto es que aún representan un obstáculo para quienes dependen del financiamiento para sobrevivir.
Expectativas del resto
El ingreso de los dólares que pueda generar el sector agroexportador también será determinante para modificar las expectativas, tanto de inversores como de los consumidores, sobre todo si se tiene en cuenta que con el correr de los meses comenzará a recalentarse la pelea electoral.
El ingreso de divisas servirá también para mejorar la posición de la Argentina frente a las turbulencias que genera la guerra comercial entre los EE. UU. y China y que golpea fundamentalmente a las economías emergentes.
“El acento lo pondría en la economía primaria. Hay que ver si genera resultados positivos, si entran dólares, si se vuelcan en compras de vehículos, a la renovación de equipos, a la compraventa de inmuebles. También hay que seguir muy de cerca la confianza del consumidor respecto de que la economía tocó fondo y empieza a recuperarse”, explicó Barbero.
Para este año, los dólares alcanzan
Fuente: La Voz | Por: Alejandro Boyer