Pocas semanas atrás, a principios de agosto, el trigo enero se cotizaba a US$230
por tonelada; el maíz abril, a US$170, y la soja mayo, a US$280, en todos los casos sobre negocios efectuados en el Mercado a Término de Buenos Aires (Matba). En no más de tres semanas los mercados nos fueron mostrando otra realidad, que en cierta forma debería servirnos de experiencia para poder estar más prevenidos en el futuro y para no dejar pasar un tren que hoy no sabremos si volverá a pasar.
Ya se trate del impacto sobre los precios que produjo el Plan 4 Pesos, implementado por el Gobierno o las últimas estimaciones del USDA sobre los rindes de la cosecha de maíz y de soja en Estados Unidos, lo concreto es que los mercados ya no son lo que eran. Esta semana el trigo enero se cotizaba a US$198, con una pérdida de US$32 por tonelada en menos de un mes; el maíz abril perdía US$22, al ubicarse ahora en US$148, y la soja mayo resignaba US$30 tras negociarse a US$250.
Analizando las ventas a futuro que ya hizo el productor, vemos que en el caso del maíz nuevo comercializó 2,6 millones de toneladas de un saldo exportable proyectado en 27 millones de toneladas, menos del 10%. En trigo los agricultores ya tienen vendidos 5,5 millones de toneladas, de un saldo exportable de 15 millones, el 37% colocado. Y en el caso de la soja, que es el producto con menor volumen negociado, apenas tienen vendidos 1 millón de toneladas, de una cosecha esperada en 58 millones, no llega al 2% de cobertura. Haciendo el balance de los tres cultivos, la producción ha perdido valor por US$2550 millones; los productores han dejado de ganar.
Y nos preguntamos, ¿qué hizo el productor para cubrirse de la baja? Algunos algo; otros nada. Debemos plantear un cambio de paradigma, el productor no produce soja o maíz, produce dólares, y cuando entierra la semilla de maíz está enterrando dólares. Y es aquí donde hay que hacer el clic y entender que el negocio del campo es financiero. Entierro US$500 por hectárea en el caso del maíz, que con un rinde de 10.000 kilos por hectárea y un valor de US$150 me significa un ingreso bruto de US$1500 por hectárea. Descuento costo de producción, gastos de estructura, flete y comercialización y llego a un ingreso neto posible de US$500 por hectárea. Pero para que el productor pueda efectivizar esa ganancia primero tiene que cosechar los 10.000 kilos y luego tiene que necesariamente vender y dejar fijado el precio.
Este tren ya está perdido, pero de venir otro, ¿qué hará el productor? Es posible que se sienta tentado a esperar el próximo. Y así sucesivamente, hasta que el mercado se encargue de fijar el precio.
Fuente: La Nación | Por: Pablo Adreani | El autor es socio fundador de Gurú Market