Juan Sebastián Vittone, médico veterinario del INTA Concepción del Uruguay, brindó detalles, en el marco del XXVI Congreso Aapresid, del novedoso método de invernada terminal intensiva de bajo impacto ambiental que desarrollaron en esa estación y que dieron excelentes resultados en establecimientos ganaderos de Córdoba y Santa Fe.
Se trata de un novedoso sistema de invernada terminal intensiva de bajo impacto ambiental desarrollado por el INTA, que consta de asignar un mínimo de 100m2/cabeza y rotar los animales en parcelas para reducir la formación de barro, la acumulación de deyecciones en superficies reducidas, minimizar olores desagradables y no contaminar el agua de napa o de cauces superficiales.
Tras mencionar que esta iniciativa fue premiada por la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria, premio Fundación Pérez Companc en 2007, Vittone explicó que este modelo permite alcanzar resultados de eficiencia animal similares a los de un feedlot industrial (ganancia diaria de peso por encima del kilo; eficiencia de conversión 6,5:1) con gastos mínimos de infraestructura y baja carga operativa. Mantiene las reglas de un sistema intensivo de producción de carne pero preservando el bienestar animal y el ambiente.
El modelo en cuestión fue evaluado en condiciones experimentales y en establecimientos agrícolas del grupo CBI ubicados en Santa Fe y Córdoba. “En las diferentes situaciones agroecológicas donde el modelo fue ensayado, el nivel fósforo (P) incorporado al suelo a través de las heces en un ciclo de engorde de 100 días fue compatible con las necesidades de un cultivo agrícola de alto potencial de rendimiento (>20 ppm/ ha)”, apuntó.
Vittone dijo que durante los últimos 10 años se produjo en esta área una disminución en el contenido de nutrientes del suelo debido a la alta demanda de estos cultivos comprometiendo a los agricultores a compensar esta situación incorporando más fertilizantes y elevando el costo de producción. “El recurso suelo es aprovechado al máximo y en medio de las superficies sembradas hay una fuerte presencia de sistemas intensivos de producción de carne porcina y bovina. “El motivo no es otro que la transformación de commodities en producto cárnico de alto valor comercial y la búsqueda de un mejor negocio financiero. En lo que a feedlots respecta, gran parte no cumple las normativas provinciales vigentes”, subrayó.
Estos sistemas de engorde en general disponen de 5 a 10m2 de asignación por cabeza y no consideran el bienestar de los animales. El estiércol acumulado escurre hacia cursos de agua superficial y percola hacia las napas subterráneas, comprometiendo la salud del ambiente. Sumado estas condiciones de poco espacio y falta de higiene del ambiente, los animales enfrentan a diario un alto riesgo sanitario.
Por otra parte, el barro mezclado con estiércol se pega al cuero no pudiendo ser retirado en durante el baño “pre-noqueo” que se realiza en el frigorífico aumentando el riesgo de contaminación de la carne con escherichia coli productora de toxina Shiga, agente causal del Síndrome Urémico Hemolítico. De hecho, en 2015 se notificaron 337 casos donde los productos cárnicos contaminados se encuentran entre los principales orígenes de esta enfermedad.
“Los errores de diseño en los corrales de engorde y/o su aplicación incorrecta, pueden provocar que el confinamiento y el estrés afecten los resultados productivos esperados (conversión, ganancia de peso, sanidad)”, manifestó Vittone.
En cuanto a la implementación en escala comercial tomó como ejemplo “El Casco”, una empresa agrícolo-ganadera de Chañar Ladeado (en el sur santafesino), donde el rodeo de cría es manejado bajo el modelo de Cría Bovina Intensiva (CBI). Allí las vacas pastorean rastrojos de cosecha gruesa durante el otoño-invierno y pasturas consociadas durante la primavera-verano, época de mayor demanda nutricional de los vientres. “La tasa de preñez es del 92- 96% y realizan creep feeding hasta el destete. Luego del destete, los terneros marca líquida del establecimiento ingresan con más de 200kg al engorde terminal hasta alcanzar los 340kg PV, aproximadamente.
Al inicio del otoño la empresa compra terneros (de 130-140kg PV) para completar el ciclo de recría y terminación junto a los propios”, precisó.
Estos animales se recrían en verdeos de raigrás y avena durante el otoño-invierno para iniciar la etapa de engorde de la misma manera que los terneros marca líquida. La terminación de los terneros comprados comienza en el momento de la siembra de cultivos de cosecha gruesa cuando el campo debe ser liberado para tal fin.
Según comentó, la empresa adoptó el sistema de “Feedlot Ecológico Rotativo” –tal como lo han rebautizado localmente– con la clara visión de “preservar la tierra”. En lugar de realizar el engorde en un feedlot convencional, asignan mayor superficie a los animales para luego aprovechar el estiércol que se incorpora al suelo con destino a la producción de granos.
En el período de adaptación los animales ingresan a una parcela “empastada” donde realiza el acostumbramiento con suministro diario de una ración base grano de maíz en comederos lineales. El suministro inicia con el 0,8%PV y continúa con niveles crecientes hasta alcanzar el 2,6-2,8%PV en el término de 20 días. Alcanzado el consumo máximo de ración (por lectura de comedero) se colocan los comederos tolva con la ración a discreción que se ofrecerá durante todo el período de engorde.
La alimentación durante la etapa de engorde consiste únicamente en una ración “fibra cero” a base de grano de maíz entero y concentrado proteico (40%P.B.; relación 90:10, maíz y concentrado, respectivamente). El alimento es mezclado por caudal con una tolva semillera y suministrado en comederos de autoconsumo.
“La distribución del alimento se planifica no sólo para garantizar disponibilidad continua de la ración, sino también considerando la ocurrencia de precipitaciones para evitar el tránsito con equipos durante esos días. Las parcelas poseen un sistema móvil de aguadas que facilitan la rotación agrícola ganadera y garantizan disponibilidad permanente de agua”, explicó.
En cuanto a la incidencia del barro, Vittone recordó que para una región con precipitaciones de 1200mm anuales, eso se convierte en un problema clásico del engorde a corral ya que los períodos de encierre prolongados por el barro aumenta significativamente los costos de producción. “Ante esto, se tomó la decisión de modificar las condiciones en las que se producía el engorde terminal, incorporando el “Feedlot Ecológico” del INTA Concepción del Uruguay como modelo alternativo para dar solución a esta problemática.
Al momento de repasar los resultados del “Feedlot Ecológico” Rotativo (FER) explicó que tras un clico de producción en este sistema con inicio en septiembre 2016 y cierre en febrero 2017, se analizaron los resultados obtenidos de evolución de peso, consumo y conversión incorporando al análisis una discriminación por categoría y origen de los animales. “En líneas generales los resultados fueron satisfactorios. El aumento diario de peso vivo se estableció en el orden de 1 kg/animal/día y conversión promedio general fue de 5,9 kg de alimento por kg de peso vivo ganado. Los animales enteros presentaron un mayor consumo y mejor ganancia de peso respecto de las demás tropas. Dentro de la categoría de animales livianos, la mejor conversión se obtuvo con los animales ‘marca líquida’”, dijo.
Un dato importante que Vittone destacó sobre el final de su exposición fue el consumo en relación al peso vivo de los animales que se constató en ese relevamiento: sólo en el caso de los toritos se observó un consumo similar a un encierre tradicional. Las tropas restantes consumieron solo el 2,1% de su peso vivo durante toda la etapa de engorde.
“El resultado más esperado del primer ciclo en engorde fue el de fertilidad de suelo obtenida por el acúmulo de las deyecciones animales. Se tomaron muestras del perfil del suelo (0-20 cm de profundidad) y dentro del análisis se incluyeron las variables Materia Orgánica (MO), fósforo (P) y pH, entre otras. Los resultados obtenidos fueron tan satisfactorios que la empresa decidió mudar en encierre a una nueva parcela de 15 ha para realizar un nuevo ciclo 2017- 2018, este último finalizando en julio del corriente año”, comentó.
Para cerrar, subrayó que el incremento de materia orgánica y fósforo son altos y se corresponden con los valores obtenidos experimentalmente pudiéndose aprovecharse así los residuos de la producción intensiva de carne para la producción del grano que requiere el sistema.
Fuente: Aapresid