La actividad agropecuaria no es para pesimistas. Quizás eso explique el amor que siente el productor por la tierra. La perseverancia del que se levanta muy temprano para sembrar, o del que termina la cosecha cuando el sol se esconde en el horizonte. A pesar de que no llueva nunca o diluvie siempre, y sepa que la producción no será la esperada.
En esta campaña la seca pegó fuerte. Se perdieron 15,4 millones de toneladas de soja y 9,5 millones de toneladas de maíz. Eso le va a representar al país una merma cercana al 1% del PBI. Porque queremos estar cerca del productor, entre 2016 y 2017, se destinaron más de $838 millones de los fondos por emergencia agropecuaria, para asistir con insumos productivos, mejoramiento y reparación de caminos rurales, prevención de déficit hídrico, y financiamiento, a más de 43.000 productores, 3500 tambos, y 200 escuelas rurales.
Quizás también eso explique el amor del productor por el país. Sabe que invierte en una actividad sin techo, donde todo lo que pueda pasar con el clima le puede jugar una mala pasada. Y sin embargo, lo hace. Sabe que lo que pasa en el campo es importante para la Argentina y eso lo incentiva a volver a invertir.
Con medidas claras, el sector responde y mucho. Así es como en la campaña 2017/18 tuvimos la producción de trigo más grande de la historia con 18,5 millones de toneladas y una exportación de 12,8 millones de toneladas en 2017. La actual campaña proyecta redoblar la apuesta después de la sequía con un aumento significativo en la intención de siembra. Así es el productor argentino, que aumentará la incorporación de fertilizantes en busca de incrementar su producción y mejorar la calidad de la misma. Con el aumento de área proyectada y foco en la productividad, llegaríamos a una nueva cosecha récord con 20 millones de toneladas.
Nuestro país tiene en la agroindustria un sector que le representa más del 60% de sus exportaciones; que produce alimentos para 400 millones de personas; que genera energías renovables; que se compone de cadenas que lideran la innovación científica y tecnológica mundial; y que tiene un potencial de desarrollo que lo ubica en el centro de las discusiones estratégicas del mundo. Solo en el primer trimestre de 2018 , las exportaciones totales aumentaron 12,9%, respecto de igual período del 2017, gracias a un importante impulso de la agroindustria que acompañó el crecimiento con mayores envíos de maíz; carne; biodiésel; pescados y trigo.
Durante el 2017 tuvimos la mayor molienda de cereales de la historia, promoviendo así la producción de alimentos tanto para el consumo humano como para el forraje de los animales. Así se aprovechó el potencial que tiene la agroindustria de convertir producción vegetal en proteína animal, para impulsar un crecimiento en la producción de carnes bovina, porcina y aviar; y lograr un aumento en el consumo y las exportaciones. Es por esto que resulta importante prestar atención a la evolución de la carne. En el primer trimestre de este año, la producción creció 7,3%, al sumar 733 mil toneladas equivalentes a res con hueso; las exportaciones se incrementaron 44,5%, al comercializarse cerca de 99 mil toneladas equivalentes a res con hueso; y el consumo per cápita trepó 2,3%, al promediar los 59,16 kilogramos por habitante en el año.
Los productores saben lo que significa levantarse después de la sequía. En el horizonte se aproxima el inicio de una nueva campaña y las lluvias nos dan la revancha.
El autor es ministro de Agroindustria de la Nación