Trabajos recientes realizados en la región pampeana, mostraron una degradación de la dotación de la mayoría de los nutrientes, siendo el Zinc(Zn) y Boro(B), los más afectados por la disminución en su contenido inicial. La AER 9 de Julio evaluó la respuesta del cultivo de soja al agregado de Zn como complemento de una fertlización de base Fósforo y Azufre en la campaña 2017/2018.
El cultivo de soja en la campaña 2017/18 pese a haber disminuido la superficie de siembra, siguió siendo el cultivo extensivo con mayor área de siembra en la Argentina. La principal zona productiva por cantidad de hectáreas sembradas y el volumen de producción alcanzado, es la región pampeana, es decir, la misma en la cual se siembra la mayor proporción de cultivos agrícolas (trigo, maíz, girasol, sorgo granífero, etc). Esto por el lado de la siembra, por el lado de la nutrición, si bien esta zona recibe en algunos cultivos un aporte mayor de fertilizantes (trigo y maíz), en otros casos, por ejemplo: girasol, sorgo y soja, los aportes son menores, al menos en cantidades aplicadas por hectárea. Los principales aportes nutricionales realizados a la soja se centran en fósforo y en menor medida en azufre, aunque en los últimos años se han difundido mezclas físicas que realizan pequeños aportes de nutrientes como nitrógeno y calcio, entre otros.
La aplicación de micronutrientes se encuentra en un estado incipiente. Los primeros estudios que analizaron la disponibilidad de micronutrientes en la Argentina data del año 1982. Si bien el estudio no abarcaba toda la región pampeana y solo una pequeña parte, ya reportaba como elementos más carenciales para la producción al cobre y al zinc. Los años pasaron, lo aportes de micronutrientes, al menos como fertilizantes específicos siguen sin aportarse, los rendimientos crecieron. Es decir, las tasas de exportación fueron mayores, en consecuencia lo esperable es que las carencias comiencen a manifestarse más frecuentemente.
Un trabajo más reciente, realizado en la región pampeana por Sainz Rozas con más de 1.200 muestreos de suelo entre los años 2011 y 2012, permitió comparar suelos prístinos con los mismos suelos cultivados, resultando en general una degradación de la dotación de la mayoría de los nutrientes, siendo en referencia a los micronutrientes el zinc y boro, los más afectados por la disminución en su contenido inicial.
La Agencia INTA 9 de Julio ha trabajado en los últimos años con distintas modalidades de fertilización como así también con el aporte de diferentes productos. En la campaña 2016/17, se realizó una experiencia en la cual se pretendió verificar el grado de respuesta a una fertilización clásica con fósforo y azufre y otra que además de estos nutrientes aportó también zinc. El ensayo se concretó en un lote próximo a la cabecera del partido, en el cual la ganadería no ha formado parte del sistema productivo, al menos en los últimos 70 años. El cultivo evaluado fue soja de primera, la cual se sembró a 0,35 m entre hileras con una densidad de 15 granos por metro lineal, empleándose la variedad SY 3 x 7. Previo a la siembra, efectuada el 10 de noviembre , se muestreo el suelo hasta 20 centímetros de profundidad realiz ándose un análisis de suelo. Tabla 1.
El diseño de la experiencia fue en bloques al azar con 4 repeticiones. Cada unidad experimental dispuso de una superficie de 9 m2. Los tratamientos ensayados fueron los siguientes:
Los tratamientos se consiguieron en base a la combinación de fosfato monoámonico, superfostato simple y óxido de zinc. Los mismos fueron aplicados en la línea de siembra.
La cosecha se realizó en forma manual, recolectándose 2 m2 de cada unidad experimental. El material fue trillado, pesado, tomada su humedad y calculado su rendimiento en kg/ha a humedad de recibo. Tabla 2.
Como se aprecia en la tabla 2 la soja presentó una excelente respuesta a la fertilización. En primer lugar la adición de fósforo y azufre permitió incrementar el rendimiento en 35,5 %. Cuando se aportó además zinc, el rendimiento siguió creciendo, obteniéndose aproximadamente 400 kg/ha extra, representando un incremento sobre el tratamiento de fósforo y azufre de 8 %.
Un dato destacable es que el análisis de suelo mostró un valor que según la bibliografía, estaría en el límite del nivel crítico. El testigo por otro lado, no manifestó visualmente alguna sintomatología clara de deficiencia a zinc. Normalmente esta se expresa con internudos cortos, tallos rígidos y erectos. Los resultados alcanzados podrían estar indicando que ese lote se encontraba dentro de lo conocido como hambre oculta, es decir, que sin manifestar síntomas visuales de carencia de un nutriente, cuando este es adicionado se obtiene una respuesta consistente.
Los datos obtenidos coinciden con otras experiencias realizadas por esta misma unidad en campos de la zona. Es conocida la respuesta a fósforo y azufre, pero la respuesta a zinc, dentro de los micronutrientes, no solo se obtiene cuando el cultivo a realizar es maíz, sino que también se ha detectado en trigo y en soja, como lo muestra este trabajo.
Futuras líneas de investigación, deberían profundizar los estudios, no solo con zinc, sino también con otros micronutrientes. Es posible que en muchos campos se encuentre limitado el rendimiento a la fertilización con macronutrientes, por la carencia de algún micronutriente.
Fuente: INTA Pergamino por Ing. Agr. Luis Ventimiglia y Lic. Econ. Agr. Lisandro Torres Baudrix