Las Buenas Prácticas Agrícolas. Jornada del INTA en Piñero

Especialistas en diversas temáticas vinculadas con las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) expusieron en una Jornada organizada por el INTA de Roldán, Arroyo Seco y Pago de los Arroyos.

La importancia de la aplicación de Buenas Prácticas Agrícolas, el rol de las instituciones públicas, la siembra directa y el manejo de malezas con cultivos de cobertura fueron algunos de los tópicos abordados a finales de abril, que influyen directamente en la producción sustentable.

Las BPA y la producción sustentable

Rodolfo Gil (Instituto de Suelos del INTA) expresó que las BPA van de la mano de los buenos modales. Esto es: el trato que le damos a los recursos naturales, al ambiente y al bienestar social; y este buen trato es clave para alcanzar sistemas productivos sustentables. “Esto no es una expresión de deseo, es una necesidad y en muy poco tiempo será una condición: para ser competitivos vamos a tener que ser sustentables. Ser competitivos no es sólo ganar dinero con nuestras empresas agropecuarias, sino hacer bien las cosas. Y para ello debemos aplicar Buenas Prácticas Agrícolas” agregó Gil.

En este sentido, estableció que “debemos comprender cómo funciona nuestro sistema de producción, enlazando el conocimiento de la actividad que vamos a desarrollar con las características del ambiente donde la vamos a llevar adelante, tomando al hombre en su necesidad de uso y manipulador del sistema”. Eso significa cómo nosotros podemos adaptar las plantas y animales, los principales componentes de la empresa y la tecnología a cada ambiente. De tal manera que sea el ambiente quien exprese su máximo nivel productivo con el mínimo disturbio. “Cuando cumplamos eso podremos hablar de sustentabilidad” redondeó el investigador.

“Actualmente estamos en el camino. Hemos avanzado mucho desde la biotecnología y la biogenética en la adaptación de la planta a los distintos ambientes. Sin embargo, nos falta mucho de aplicación del conocimiento en términos de adaptación tecnológica”.

La Siembra Directa como un sistema integrador

Sobre esta técnica, Gil señaló: “nos está preocupando la capacidad productiva del suelo y el uso del recurso, que es nuestra principal plataforma de producción. A pesar de los avances de la tecnología como la siembra directa (hoy el 95% de la producción se hace con este modelo), que creíamos iba a ser un hito importante hacia la sustentabilidad, nos quedamos en el camino y sólo reemplazamos un modo de producción de labranza por otro. Es decir, seguimos haciendo una labranza tradicional con siembra directa”.

Refiriéndose a la necesidad de acompañar la siembra directa con otras técnicas puntualizó: “Si vemos la complejidad que tiene un sistema natural, hemos resumido esa complejidad casi a un monocultivo y a una monotécnica. Eso no es siembra directa como un sistema integrador, y genera problemas concretos como la densificación de los suelos por la falta de rotación, caídas del carbono orgánico por la falta de intensificación, caída de la biodiversidad por la falta de diversificación del sistema agrícola, caída de abastecimiento de nutrientes por la falta de una fertilización adecuada y una nutrición balanceada, caída de la eficiencia del uso de agua pasando de ciclos muy húmedos con inundaciones a ciclos de importantes sequías”.

En este mismo sentido, María Beatriz Giraudo (AAPRESID), indicó: “Entre los años 70/80 los suelos tenían un deterioro por la agricultura de labranza. Los perdíamos en cada lluvia o en épocas secas porque se volaban como polvo. En ese contexto se empezó a trabajar con la siembra directa como primera y gran tecnología disruptiva que cambió el paradigma de hacer agricultura a nivel mundial. Esos fueron los comienzos, pero para que realmente tenga sus resultados necesita de otras prácticas y tecnologías de procesos que son las que nos dan tranquilidad de ir evolucionando y recorrer un camino hacia la sustentabilidad. Nos referimos a que la producción y el resultado económico puedan seguir avanzando, pero lo hagan de la mano de cuidado ambiental y el desarrollo social”.

ambiental y el desarrollo social”.

Más adelante, Giraudo agrega: “Para que realmente tengamos un sistema de evolución y mejora continua, necesitamos políticas públicas adecuadas que, por un lado, exijan el cumplimiento de las buenas prácticas, el uso responsable de tecnologías, seguridad de los operarios, cuidado de las poblaciones. Y por otro lado, necesitamos políticas de mercado que generen nuevas posibilidades y traccionen para que estas tecnologías sean adoptadas por los usuarios. Este es un círculo virtuoso que en Argentina estamos en condiciones de seguir mejorando”.

El manejo de malezas con cultivos de cobertura

En consonancia con lo expuesto anteriormente, Pablo Bellucini (INTA Marcos Juárez) destacó que a partir de trabajos realizados en esa Unidad del INTA, se pudo confirmar que “la resistencia de malezas a herbicidas se viene incrementando todos los años” por lo que “en la actualidad, usando solamente herbicidas para el control de malezas, no vamos por buen camino”.

“Necesitamos otras técnicas y tecnologías como los cultivos de cobertura que aporten a un buen control de malezas y además contribuyan al mejoramiento de algunos indicadores físicos del ambiente”. En tal sentido, señaló que “para los lotes ubicados en sectores periurbanos los cultivos de cobertura se adaptan muy bien y su uso se hace indispensable”.

Además, explicó cómo actúan los cultivos de cobertura. “El cultivo de cobertura atenúa las llegadas de señales de germinación a las semillas que están en los primeros centímetros del suelo. Actúa por interferencia y por competencia consumiendo recursos del suelo. De este modo la maleza atenúa su crecimiento y si crece, tiene pocas posibilidades de competencia porque se queda sin recursos”.

Brindó también cifras que avalan la utilización de cultivos de cobertura: “Considerando solamente el costo de aplicar glifosato, con un cultivo de cobertura el productor se está ahorrando casi un 70% de su uso”.

”Siempre recalcamos que al cultivo de cobertura hay que cuidarlo. Hace falta hacerlo bien, con una buena semilla, una buena densidad y distancia entre hileras. Hay particularidades a tener en cuenta para que el cultivo cumpla su misión” estableció al final de su disertación.

 

Fuente: INTA por Pedro Guglielmone, Mabel Beatriz Fior