El seguimiento de las variables cambiarias será crítico para el éxito (o fracaso) de los planes de negocio agrícolas en la campaña 2018/19

Advierten que se viene un nuevo ajuste importante del tipo de cambio.

El seguimiento de las variables cambiarias será un aspecto crítico para planificar una gestión comercial adecuada en la campaña agrícola 2018/19 debido a las inconsistencias macroecómicas presentes en la Argentina.

“Hay una significativa probabilidad de que haya un nuevo round cambiario, el cual acontecería antes de lo que el gobierno (nacional) espera”. Así lo alertó esta semana el último informe de la consultora Economía & Regiones.

La consultora –cuyo economista director es Diego Giacomini– prevé que “dependiendo del timmingde la nueva devaluación, 2019 podría no ser sustancialmente mejor que 2018”, dado que en ese escenario “el dólar le volvería a ganar al peso y a la inflación nuevamente” para generar “peor nivel de actividad y menos empleo”.

“Cambiemos está apostando a que esta devaluación de 2018 alcance hasta al menos hasta fin de 2019 y que el próximo año se parezca lo más posible a 2013, 2015 y 2017, porque eso le permitiría encarar las próximas elecciones con una mejor macro y mayores chances electorales. En otras palabras, el gobierno apuesta y aspira a que nuestra macroeconomía continúe comportándose como viene comportándose hace seis años, es decir, inmersa en ciclos políticos de dos años de duración. De darse ese escenario, la factura vendrá en 2020, en otras palabras, muy probablemente haya devaluación en los primeros meses del próximo gobierno”, señaló el informe.

A fines de 2011 el gobierno kirchnerista implementó un cepo cambiario para detener la fuga de capitales (pérdidas de reservas) y evitar la devaluación que se venía a inicios de 2012. En el primer semestre de 2014, 2016 y 2018 hubo fuertes devaluaciones seguidas por aceleraciones inflacionarias. La contrapartida de ese fenómeno es que los años electorales (2013, 2015 y 2017) se caracterizaron por estabilidad cambiaria con apreciación del tipo de cambio real.

“El problema es que la macroeconomía argentina de 2018 es y se comporta diferente a la de 2016 y 2014”, advirtió Economía & Regiones. La suba récord del tipo de cambio acontecida en los primeros siete meses de 2018 (+56%) casi duplica a las del mismo período de 2016 (+30%) y 2014 (+29%). “La diferencia está en la actual demanda de dinero que, al ser mucho más débil que en años anteriores, potencia el desequilibrio monetario. Justamente, el gran riesgo potencial es que la demanda de dinero se desplome”, apunta el informe.

“En 2016 la demanda de dinero era más fuerte que en 2018 porque el gobierno nacional y su plan económico tenían más credibilidad y confianza. En 2014 la demanda de dinero tenía un piso artificial, porque era sostenida por un cepo que hoy no está. Los números son también son elocuentes: la formación de activos externos (fuga) de la primera mitad de 2018 (16.676 M/u$s) casi triplica la del mismo período de 2016 (7681 M/u$s) y es diez veces mayor que la de 2014 (1666 M/u$s).

“Esta mayor formación de activos externos (fuga de divisas) no es otra cosa que la contracara de la falta de credibilidad en el gobierno y su plan económico, y la falta de confianza del público en que pueda terminar en buenos resultados macroeconómicos”, advirtió.

A pesar de la mayor fuga de capitales y la mayor devaluación, la inflación acumulada en los primeros siete meses de 2018 (+19,6%) es muy inferior a la de 2016 (+31%) y 2014 (+24%). En  julio de 2018 el tipo de cambio real se ubicaba un 18% y 20% por encima de los niveles de julio de 2016 y julio 2014 respectivamente, lo que implica que el traspaso de la devaluación a precios de 2018 (+35%) es muy inferior al registrado en  2016 (+102%) y 2014 (+82%).

“¿Por qué con mayor fuga de capitales y más devaluación, en 2018 la inflación es menor y la ganancia de competitividad precio es mayor que en 2016 y 2014? Porque entre abril y junio pasados el Banco Central (BCRA) compró 250.897 millones de pesos de base monetaria y así retiró parte del exceso de pesos, lo cual redujo sustancialmente la convalidación monetaria y amortiguó (por ahora) la traslación a precios”, explicó el informe.

“En este marco, si el BCRA no hubiera comprado esa parte de los pesos excedentes, la base monetaria sería +22% superior a la actual y habría mayor desequilibrio monetario, más convalidación e inflación. Según nuestras estimaciones (cota inferior), la inflación acumulada en los primeros siete meses del año ascendería a 35% (47% interanual en julio pasado). Este escenario (sin desplome de demanda de dinero) implicaría inflación de 50% (punta) y del 40% (promedio) en 2018”, añadió.

La cuestión que el acuerdo establecido entre el Estado argentino con el Fondo Monetario (FMI) prohíbe las operaciones de mercado abierto contractivas en el mercado de divisas. “En este marco y en un escenario en el cual hay que desarmar la bomba de las Lebacs, el BCRA queda condenado a hacer política monetaria contractiva sólo a través del multiplicador subiendo encajes, lo cual es mucho menos potente y puede ser efectivo sólo a corto plazo. De hecho, en julio pasado la base monetaria volvió a crecer en términos reales”, alertó el informe, para luego agregar que el problema de la caída de la demanda de dinero “no está solucionada, sino que sigue y se encuentra sólo tapada por un conjunto de medidas que no son sostenibles en el mediano y largo plazo”.

“Sin embargo, todo el combo (de medidas del BCRA) logró bajar el dólar sólo en un peso, lo cual muestra que la falta de credibilidad en el gobierno y de confianza en los buenos resultados se encuentran en su punto máximo, con lo cual la demanda de dinero es más débil y volátil que nunca. Sin lugar a duda, este escenario eleva el piso del tipo de cambio, alimentando la posibilidad de un nuevo round cambiario y salto del dólar mucho antes que enero 2020”, concluyó.

Fuente: Valor Soja