Agricultura: ¿Qué ocurrirá en el mercado mundial de cereales y oleaginosas?

Un informe publicado recientemente por especialistas norteamericanos en economía agrícola, brinda a continuación algunas respuestas sobre la situación actual y futura.
Tal como describe el artículo, los mercados de materias primas agrícolas han estado en un paseo salvaje en los últimos años. Hace una década, los precios se dispararon y The Economist proclamó “el final de la comida barata” en una histórica portada de 2007. La recesión provocó que muchos precios cayeran bruscamente en los últimos meses de 2008, no obstante, los valores nominales de varios productos agropecuarios repuntaron a niveles récord en los años siguientes.
Los mercados de commodities son increíblemente complejos y una amplia gama de factores afecta la producción, el consumo, el comercio y los precios de los alimentos. Para entender a dónde pueden ir los mercados, es importante comprender cómo llegamos a donde estamos hoy.

¿Cómo llegamos aquí?

Cuatro indicadores pueden explicar el comportamiento de los mercados mundiales de cereales y oleaginosas en los últimos 35 años.
El cambio en los rendimientos de los cultivos explica gran parte de la variabilidad anual de los precios agrícolas.
En las últimas décadas, la producción mundial de granos aumentó vertiginosamente. Desde 1980 se observa un crecimiento lineal de rendimiento con valores de 35 kg/ha por año (a partir de datos de USDA), lo que sugiere una tasa de incremento anual del 1,1% en 2015. Cada año en que el rendimiento real fue igual o inferior al rendimiento de la tendencia (2010, 2011 y 2012), el índice de precios aumentó. Las condiciones climáticas, la presión de las plagas y las decisiones de manejo varían en cada campaña e impactan en los resultados de cosecha, y se ve reflejado en los precios de pizarra. Entre 2002 y 2014, el área cosechada de los principales cultivos creció en 114 millones de hectáreas (14%), fundamentalmente por la incorporación de nuevas tierras a la producción y el aumento de cultivos múltiples (cosecha de dos o más cultivos por año en la misma superficie).
El crecimiento de la población es un eslabón clave en la demanda de alimentos. La tasa de crecimiento de la población mundial en la década de 1960 era del 2% anual y, según la Oficina de Censos de los EE. UU., en 2016 pasó a 1,1% anual. El crecimiento de la población ha sido esencialmente lineal durante los últimos 20 años, sumándose alrededor de 80 millones de personas cada año. El consumo per cápita de cereales y oleaginosas se mantuvo relativamente estable desde 1980 hasta 2002. Pero el patrón cambió entre 2002 y 2014, aumentó en 52 kilogramos (15%), principalmente por el aumento en la demanda de China y el uso de etanol en EE. UU.
El crecimiento de la demanda en China generó cambios importantes en los mercados mundiales de cultivos y productos agrícolas, principalmente para alimentar a un sector ganadero en plena expansión. Si bien gran parte de esa demanda se cubrió con la producción nacional, China también se convirtió en un importante importador de granos, donde la soja tiene un lugar preponderante.
Por otro lado, la producción de biocombustibles explican gran parte del incremento neto en el consumo mundial de cereales y oleaginosas per cápita desde 1980. La demanda por parte de los Estados Unidos para producir etanol aumentó rápidamente entre 2005 y 2010, y varios autores atribuyeron este cambio a los efectos del precio del petróleo y decisiones políticas.

Mirando hacia adelante

Cada uno de los indicadores discutidos previamente, pueden proporcionar algunas pistas sobre cómo sería el mundo en 2050.
Si los rendimientos de los cultivos continúan creciendo a un ritmo lineal, mientras que el crecimiento de la población se ralentiza según lo proyectado, se necesitarían menos hectáreas para mantener el consumo per cápita en los niveles actuales. Nos obstante, nada garantiza que los rendimientos a nivel mundial sigan creciendo al ritmo que lo venían haciendo.
De aquí surge el interrogante de cómo será la progresión del consumo por habitante en el futuro. Si los ingresos continúan aumentando, las dietas siguen cambiando, esto podría significar un mayor uso de alimentos para el ganado, como ha ocurrido en China. Sin embargo, es probable que el crecimiento de China disminuya en algún momento; si no lo hace, el consumo de carne per cápita eventualmente excedería el de los países de altos ingresos. Sin un cambio en la política o en las perspectivas para los mercados de combustibles líquidos, es probable que el crecimiento futuro de la demanda de biocombustibles sea mucho más lento de lo que fue entre 2005 y 2010. Por lo tanto, la pregunta podría ser si un nuevo “motor” haría crecer la demanda de alimentos. Pero, ningún resultado único es inevitable; es bastante fácil pintar imágenes de futuros alternativos con un crecimiento más lento o más rápido en la producción de alimentos y con la disminución o el aumento de los precios reales.

¿La oferta agrícola cumplirá con la demanda?

La gente a veces pregunta si la producción agropecuaria puede satisfacer la demanda futura. Esta pregunta es errónea. La cantidad que compren los consumidores no deberá ser mayor al volumen producido por el sector lo largo del tiempo; no hay forma de mantener el consumo por encima de la producción. El clima y otros impactos provocarán una volatilidad anual en los precios de los cultivos, y las existencias pueden mitigar estos impactos. Sin embargo, con una mirada de largo plazo, la atención se deberá centrar en el nivel de precios necesario para racionar la demanda y atraer productos adicionales.
El mañana sigue siendo incierto. Las decisiones tomadas por los productores, los empresarios agropecuarios y los gobernantes, determinarán qué tan rápido puede crecer la producción de alimentos en el futuro, y esas decisiones se verán afectadas por los precios. La demanda dependerá del crecimiento de la población y los ingresos, y los precios de los alimentos también afectarán la cantidad de alimentos consumidos. El desafío de alimentar al mundo en 2050 tiene muchos aspectos, pero es importante recordar que es un problema económico, no solo agronómico y demográfico.

Ing. Agr. María Eugenia Magnelli

 

Fuente: Aapresid